Los aspirantes presidenciales demócratas Hillary Clinton y Barack Obama se lanzaron ayer con toda la artillería para intentar arañar los últimos votos antes de las primarias en Pensilvania, hoy, que se apuntan como cruciales.

Los votantes de Pensilvania, donde están en juego 158 delegados, reciben en los últimos días una auténtica oleada de anuncios, de llamadas telefónicas programadas, y de propaganda electoral por correo que se calcula que cuesta centenares de miles de dólares diarios. Sin contar las decenas de comparecencias públicas que los aspirantes llevan desarrollando por todo el estado.

En las encuestas, Hillary cuenta con una cierta ventaja, entre los cinco y los diez puntos porcentuales, por debajo de los veinte que sacaba a Obama hace apenas mes y medio.

Pero en lo que a gastos se refiere, Obama lleva ventaja. Según los datos oficiales difundidos este fin de semana por la Comisión Electoral Central, el senador por Illinois tiene en el banco 42 millones de dólares para gastar en su campaña. Clinton cuenta con 9 millones de dólares, y unas deudas de 10,3 millones.

En total, durante el mes de marzo el aspirante a ser el primer presidente negro de EE UU recaudó 41 millones de dólares, frente a los 20 logrados por la senadora que quiere ser la primera mujer comandante en jefe de su país. Hillary, su esposo el ex presidente Bill Clinton y su hija, Chelsea, participaron ayer en diversos mítines electorales antes de acabar la jornada juntos en un acto electoral en Filadelfia.

Por su parte, Barack Obama celebró el mítin final de la jornada en Pittsburgh. Ambos aspirantes han endurecido sus mensajes en los últimos días. En una entrevista concedida al periódico "The Philadelphia Inquirer", Clinton insistió ayer en que es la aspirante demócrata con más posibilidades de derrotar al republicano, John McCain.

Obama "podría resultar elegido, pero yo seré elegida", afirmó la senadora, que acusó a su rival de "hacer lo que hacen los candidatos desesperados al final de una campaña". "Se ha pasado todo este tiempo diciendo cómo su campaña tiene un tono positivo, pero cuando se siente presionado me tira los platos", agregó.

Por su parte, Obama también arremetió contra lo que consideró tácticas agresivas de su rival. "Su argumento básico es que la política dirigida por los intereses especiales, en la que vale decir cualquier cosa y hacer cualquier cosa, atacar y agredir, es lo que hay. La senadora Clinton ha hecho suyas muchas de las estrategias que han hecho de Washington un lugar tan desagradable".