Agentes especializados franceses liberaron ayer a los 30 miembros de la tripulación del velero de lujo ``Ponant´´, secuestrados desde hacía una semana frente a las costas de Somalia, y lograron capturar a seis de los piratas. Horas después, al menos tres personas han muerto en una operación militar francesa contra una guarida de piratas en Somalia, según informó el gobernador de la región.

La liberación de los secuestrados, 22 de ellos de nacionalidad francesa, se produjo sin emplear la fuerza después de que el armador del barco pagara un rescate a los piratas, que abandonaron el velero y permitieron la llegada de los agentes galos.

Sin embargo, éstos habían preparado un dispositivo de vigilancia en tierra que permitió arrestar a la mitad de los secuestradores y recuperar bolsas con dinero, aparentemente, parte del rescate pagado, aseguró el jefe del Estado Mayor del Ejército, Jean-Louis Georgelin.

Los agentes franceses prosiguen la búsqueda del resto del comando, mientras los arrestados se encuentran en un barco de la marina francesa a la espera de ser entregados a la justicia.

Se trata de ex pescadores somalís que vivían en clan y que en los últimos años se habían especializado en la piratería.

Ninguno de los responsables de la operación que compareció en rueda de prensa quiso dar detalles del acuerdo al que el armador del barco había llegado con los piratas para facilitar el rescate de los rehenes. Georgelin, quien aseguró que el armador había negociado por radio con los piratas, puntualizó, sin embargo, que no se había pagado dinero público a los malhechores.

El consejero de Defensa de la Presidencia francesa, Edouard Guillaud, aseguró que el presidente, Nicolas Sarkozy, había establecido que la prioridad de la operación debía ser salvar a los 30 secuestrados. Con ese objetivo se había trabajado desde que hace una semana se supo el secuestro del velero de lujo frente a las costas somalís por parte de unos piratas que mantenían retenidos a los miembros de la tripulación, toda vez que el barco no transportaba ningún pasajero.

Una vez que se comprobó que la vida de los rehenes no corría peligro, Sarkozy autorizó a perseguir al comando en tierra.