Los últimos sondeos que pudieron publicarse en Italia, con datos de hace dos semanas, daban al Pueblo de la Libertad (PDL), la formación política creada por Berlusconi para estos comicios generales, una ventaja de entre 5 y 8 puntos sobre su principal adversario.

Sin embargo, Veltroni aseguró en sus últimos mítines que esta distancia ha desaparecido y que su formación está a un paso de ganar las elecciones.

Los analistas se muestran algo escépticos sobre lo que sería un espectacular avance del PD, pero advierten de que el particular sistema electoral para el Senado, que concede premios de mayoría según los resultados a nivel regional, podría generar un empate o llevar a una mínima diferencia.

Por ello, los dos principales candidatos a presidente del Gobierno jugaron ayer sus cartas al anunciar en televisión sus últimas promesas electorales para intentar rascar algunos votos de los indecisos, que llegarían al 30 por ciento, según las encuestas.

Los dos aspirantes apostaron por aliviar el bolsillo de los electores y, así, mientras Veltroni prometió fondos para aumentar pensiones y salarios, Berlusconi anunció la progresiva desaparición del impuesto de circulación.

Aunque Veltroni lleva más de 22 años en política y ha sido durante siete de ellos alcalde de Roma, a sus 52 años se puede considerar una "cara nueva" y "joven" frente a los 72 años de Berlusconi y los 68 del ex presidente del Gobierno Romano Prodi.

Además, en esta campaña electoral Veltroni ha apostado por dar espacio a los jóvenes para renovar la clase política y, con esta idea, ha cedido el primer puesto de las listas en la región de Lazio (centro de Italia) y en Lombardia (norte) a candidatos que rondan los 30 años.

Pero la principal novedad de Veltroni es su decisión de prescindir del lastre que suponían los pequeño partidos en las pasadas coaliciones.

"Nos hemos presentado sin alianzas, corriendo un riesgo, para hacer un favor a la democracia", explicó ayer Veltroni en su cierre de campaña.

El PD está integrado por dos partidos, La Margarita y Demócratas de Izquierdas, los cuales formaban parte de la heterogénea coalición "La Unión".

Esa coalición ganó las elecciones de 2006 y sucumbió después de que la fuerza democristiana UDEUR, que obtuvo el 1,4 por ciento de los votos en esos comicios, les retirase su apoyo.

Por su parte, Berlusconi, con dos gobiernos a sus espaldas (uno que cayó a los dos años y el que terminó en 2006 completando los cinco años de legislatura), confía en recuperar el apoyo de la mayoría de los electores, tras el que ha calificado de "desastroso" Ejecutivo de centroizquierda.

Su programa es prácticamente idéntico al que presentó para las elecciones de 2006, al igual que sus aliados, la federalista Liga Norte y el derechista Alianza Nacional, con la única diferencia del divorcio de los democristianos del UDC de Ferdinando Casini.

Los grandes perdedores de este dualismo Veltroni-Berlusconi serán los pequeños partidos, que, si con el sistema de coaliciones conseguían colocar a sus representantes en el Parlamento, ahora corren el peligro de quedarse fuera.

Es el caso de la coalición Izquierda-Arco Iris, que reúne a Refundación Comunista, Los Verdes y Comunistas italianos y que, según los últimos sondeos, puede lograr cerca del 6 por ciento de los sufragios, frente al 10,2% de 2006.

Algunas de estas pequeñas formaciones no lograrán pasar la barrera del 4 por ciento de representación en la Cámara de los Diputados, situación que se complica aún más en el Senado, donde aquélla se sitúa en el 8%.

Sin embargo, algunos de ellos, que parecen verdaderos "convidados de piedra" en estos comicios, como la Izquierda-Arco Iris o el UDC, se pueden convertir en decisivos en caso de pactos ante un resultado apretado en el Senado.