Francisco Javier Reyes Barreiro, el asesino confeso de la joven de Baredo Águeda González, regresó ayer al lugar del crimen en Baiona para reconstruir los trágicos hechos ocurridos el 11 de enero. El supuesto homicida mantuvo su versión inicial: mató a la joven de varias puñaladas tras una discusión por motivos económicos en Chan da Lagoa, ocultó allí el cadáver bajo una roca y ha olvidado qué hizo con el cuchillo utilizado o con el teléfono móvil de su víctima y los pantalones que ella llevaba.

El barrio de Os Tendales, donde Águeda había aparcado su coche el día de su desaparición, sirvió de punto de partida. A las 11.15 horas el equipo judicial dirigido por la juez de Instrucción 3 de Vigo, Marisol López, con dos forenses y agentes de la Guardia Civil, iniciaban el macabro recorrido guiados por Francisco Javier, asistido de abogado de oficio.

Frente a un supermercado de Os Tendales recogió el día de autos a Águeda y la llevó en su vehículo, un viejo Ford Scort, hasta Chan da Lagoa. Allí se reprodujo ayer la discusión y el forcejeo entre ambos, momento en que reconoció que agarró a la joven por el cuello dejándola inconsciente, probablemente por asfixia mecánica, matándola a continuación con un cuchillo. Ocultó el cuerpo y regresó a Baiona para volver a Vigo con su hermana y un amigo de ésta.

Una agente de la Guardia Civil representó el papel de la víctima (Protección Civil también facilitó un maniquí) y la propia juez realizó el papel del supuesto homicida. Durante casi tres horas se comprobó si los distintos aspectos de la versión del detenido tenían visos de realidad.

En principio, y pese a que Francisco Javier mantuvo su primera versión, se comprobó que ésta presenta algunas contradicciones. Lo cierto es que la reconstrucción de los hechos no ha aportado grandes novedades a los investigadores, pues el supuesto homicida sigue sin aclarar algunos extremos.

En este sentido y pese a que él asegura que mató a la chica en la misma zona donde ocultó el cadáver, los responsables del caso tienen grandes dudas y no ha sido capaz de convencerles.

Tampoco resulta verosímil la explicación de la causa de la muerte. No parece probable que el móvil fuera de tipo económico, sino sexual, aunque él se ha negado a admitirlo. Las pruebas de toxicología remitidas a Madrid podrían aclarar este extremo, pues si bien en el cuerpo de Águeda no se apreciaron lesiones que evidenciaran una agresión sexual, se han recogido muestras de ADN ante posibles abusos.

Una vez concluída la reconstrucción de los hechos, el detenido regresó a la prisión de A Lama, donde se encuentra ingresado en un módulo aislado.

Águeda González, de 21 años y vecina de Baredo, desapareció el pasado 11 de enero cuando iba a hacer unas fotocopias en Baiona. Durante una semana familiares, amigos, vecinos e instituciones organizaron partidas de búsqueda y rastrearon desde Tui hasta Vigo, convencidos de que su marcha no era voluntaria.

El 18 de enero, a través del extracto de llamadas recibidas por la joven el día de su desaparición, la Guardia Civil llegaba hasta Francisco Javier Reyes, un albañil de 30 años, casado, padre de dos hijos de corta edad y hermano de la mejor amiga de la

desaparecida. En el interrogatorio confesó haber matado a Águeda el día de su desaparición. Él mismo llevó a la Guardia Civil hasta el cadáver.