En una declaración en la sede de su partido, en el barrio londinense de Westminster, Kennedy dijo que dejaba el liderazgo liberal demócrata con "efecto inmediato" tras llegar a la conclusión de que era lo mejor para su organización política. "En todo esto, los intereses de nuestro partido tienen prioridad.

Es ahí donde están mis deberes personales, políticos y constitucionales", subrayó Kennedy, la formación que más criticó y más se opuso a la invasión aliada en Irak de 2003.

Según indicó, su sucesor, al que prometió su total respaldo, debería ser elegido lo antes posible para concentrarse en los comicios locales que se celebrarán el próximo mes de mayo.

El nuevo "número uno", añadió, heredará un partido con la mayor representación parlamentaria en ochenta años, 62 diputados.

"Creo que la unidad es aún fundamental para conseguir mayores avances y éxitos", puntualizó.

Según él, su formación ha contribuido a superar de alguna manera el bipartidismo británico -dominado por laboristas y conservadores- y ahora el Reino Unido tiene tres importantes formaciones políticas.

"Creo que es una buena herencia y una gran oportunidad", dijo.

Veinticinco de los 62 parlamentarios liberal demócratas querían que Kennedy dimitiera y se negaban a trabajar con él después de que hubiera reconocido que se sometió en los últimos dieciocho meses a un tratamiento para superar el problema de alcohol.

Kennedy, de 47 años, destacó los mensajes de apoyo que recibió desde que el pasado jueves reconoció sus dificultades con la bebida, pero recalcó que "quedó claro que ese apoyo no estaba reflejado lo suficiente en todo el partido parlamentario".

El ahora ex líder liberal demócrata hizo hincapié en que seguirá trabajando en política para defender las libertades civiles, el derecho internacional y un Reino Unido visto como fuerza del bien.

Tras su declaración del jueves, Kennedy trató de mantenerse en su puesto e insistía en que contaba con el apoyo de los afiliados.

Sin embargo, una encuesta de la firma YouGov publicada hoy en el diario "The Daily Telegraph" señaló que sólo un 27 por ciento de los miembros del partido querían que Kennedy continuara como líder, frente al 65 por ciento que quería un nuevo dirigente.

Si bien el político dispuso una elección interna para decidir si los afiliados -unos 70.000- le daban el respaldo, eran cada vez más los diputados de la fuerza política que querían la dimisión.

En el pasado, Kennedy negó que tuviera un problema con la bebida, pero el jueves decidió admitir públicamente que buscó ayuda profesional para superarlo.

El "número dos" de la formación, Menzies Campbell, uno de los más veteranos, tiene intención de presentar su candidatura para suceder a Kennedy, aunque otros diputados podrían hacer lo mismo.

Entre los favoritos figuran el presidente honorario de los liberal demócratas, Simon Hughes; el portavoz de Interior, Mark Oaten, y el responsable de Educación, Ed Davey.

En declaraciones a la prensa en Edimburgo, Campbell, que asume las responsabilidades del partido hasta la elección del nuevo líder, destacó "la dignidad y el coraje" de Kennedy y los logros conseguidos mediante su liderazgo en los últimos seis años.

"Bajo su liderazgo, el partido ha avanzado a su mejor posición en ochenta años y tendrá siempre una deuda con él", agregó.

Oaten también resaltó la "increíble dignidad" contenida en la declaración de dimisión de Kennedy y resaltó la necesidad de que el partido se mantenga unido.

La ejecutiva de la formación se reunirá el próximo lunes para organizar formalmente la elección del nuevo "número uno".

Kennedy, escocés que sucedió a Paddy Ashdown en 1999, consiguió para el partido que avanzara en las elecciones generales del pasado mes de mayo, cuando los liberales demócratas obtuvieron 62 escaños tras una campaña centrada en las críticas a la invasión de Irak.