La millonaria inversión que supone el proyecto de la autovía A-57 tendrá escasa rentabilidad, al menos en el municipio de Vilaboa, según la directiva de la Comunidad de Montes de Figueirido. En la asamblea vecinal celebrada el pasado domingo en esta parroquia se puso de manifiesto que la agresión arquitectónica que representa esta infraestructura para el ámbito rural, no tendrá compensación con una verdadera utilidad del vial, ya que los conductores se sirven en este tramo de la autopista AP-9, con un recorrido más corto.

Mientras, el trazado de la A-57 genera importantes afecciones al rural, separa núcleos de población y agrede el ecosistema y las masas forestales.

El presidente de la comunidad de montes, Benito Boullosa, explicó que la carretera proyectada atravesará la falda del monte de esta comunidad, afectando a una franja de terreno de 225 metros de ancho. El trazado de la autovía, con varios viaductos y taludes, generará importantes molestias para los núcleos habitados, por los ruidos, alteraciones de las servidumbres y servicios rurales, afecciones a manantiales y traídas de aguas particulares y desmontes de terreno.

Esta comunidad de montes apuesta por modificar por completo el trazado, ya que el nivel de afecciones en este territorio es muy elevado, especialmente teniendo en cuenta que la parroquia está también pendiente de las obras del Eje Atlántico ferroviario.

Los vecinos de esta parroquia están presentando sus alegaciones en la Escuela de Figueirido. Mañana se celebrará otra asamblea en la vecina parroquia de Bértola, para continuar la preparación de las alegaciones.

Eje Atlántico

En cuanto al Eje Atlántico del trazado ferroviario en el municipio de Vilaboa presenta unos impactos "moderados o compatibles" con el medio, según el estudio medioambiental, pero en cambio "un impacto sobre la población que se califica de severo, por la afección directa o indirecta a viviendas y las molestias a la población, tanto en la fase de construcción como en la de explotación".

Entre Arcade y Pontevedra, el trazado ferroviario propuesto por Fomento discurre sensiblemente en paralelo al recorrido actual, aunque sí se plantea una variante desde el puente sobre el río Verduxo.

A la vista de esta incidencia "severa", sobre todo en aspectos como el ruido, las vibraciones o el polvo que generarán las obras, el documento ambiental establece una larga batería de medidas preventivas y correctoras que en algunos puntos llegan a plantear el estudio, caso por caso, de las viviendas más perjudicadas para su posible expropiación.

El río Tomeza (que atraviesa Vilaboa y Pontevedra, en este caso como río Gafos), constituye uno de los principales puntos por proteger, y se exigen medidas referidas a la vegetación, sus acuíferos y sus riberas.

El puente previsto sobre el río Verduxo, al lado del viaducto ferroviario actual, Medio Ambiente exige que "se proyecte de forma que se minimice el impacto visual y la afección sobre el cauce. para ello, discurrirá lo más próximo y paralelo posible al existente y la rasante estará a la misma cota que la de éste. En su construcción se utilizarán procedimientos que no afecten al cauce y las pilas se alinearán con las del puente actual". Unos metros más al norte, donde se proyecta un viaducto, Medio Ambiente reclama su prolongación unos 60 metros más para no afectar a una zona de marismas.