Entiendo que somos un país bastante variable en cuanto a muchos conceptos y nos hemos vuelto, yo diría cada vez más ultramodernos, aceptándolo casi todo como normal. Ultimamente hasta muchos quieren que Leonor, a pesar de todo, sea nuestra reina. Entiendo también que nos preocupemos por crear asociaciones a favor de muchas cosas. Nos estamos preocupando del hambre del mundo, (que no creo que esté nada mal), pero me parece que nos estamos olvidando de los de casa.

Mi amigo José Luis González Taboada, (y no porque sea amigo escribo esta carta, lo haría exactamente igual al conocer un caso similar), es militar profesional en reserva activa. Sargento buzo de las Fuerzas Armadas Españolas, que por un fatal accidente ha quedado en situación de minusvalía permanente del 86%, por lo cual cobra una pequeña pensión que le permite ir viviendo como buenamente puede.

Con esta pensión, que por supuesto no le da para vivir solo, compartía un piso con otras personas y por ciertos motivos una noche se encontró con la cerradura cambiada de dicha vivienda, sin ninguna posibilidad de tener acceso a la misma, ni siquiera poder sacar sus objetos personales. Por lo cual se encontró literalmente tirado en la calle, simplemente con la compañía de sus inseparables muletas y sin saber a quién recurrir para solicitar al menos momentáneamente cobijo y poder pasar una noche, por supuesto después de haber hecho en el juzgado de guardia la pertinente denuncia.

¿Es que no hay una asociación para ayudar al personal profesional del ejército que se encuentra en una situación similar y hacemos manifestaciones, a mi entender hipócritas, contra la xenofobia, sabiendo lo clasistas que siempre hemos sido y aún lo seguimos siendo con nuestros propios vecinos?

Realmente es una verdadera vergüenza que en pleno siglo XXI suceda algo de este tipo y nos preocupemos de todo lo que he nombrado anteriormente, e incluso en algunos casos seamos víctimas de lo que se defiende, como en el caso de los perros, que por supuesto no tengo nada contra ellos, pero sí contra muchos propietarios de los mismos, que sí debieran enseñarles a realizar sus necesidades en su propia puerta y no en la de los vecinos. Esa es la realidad.

Disculpen la comparación pero insisto que es realmente humillante lo que le ha sucedido a este señor, que gracias a las Hermanitas de los Pobres ha podido dormir bajo techo alguna noche y se encuentra sin ninguna asociación, por otro lado tan de moda, para poder solicitar un mínimo apoyo en un caso como este.

El calificativo sin ninguna duda a mi entender es indignante. ¿No les parece?... Al menos a mí, sí me lo parece.

¡Viva el siglo XXI!... Pero debemos tomar buena nota de ésta y aún más, muchas cosas más.

Fermín Alvarez González - Vigo