El francés Sebastien Loeb (Citroën Xsara) se proclamó campeón del mundo, por segundo año consecutivo, tras el segundo puesto que consiguió ayer en el Rally de Japón, en el que venció el finlandés Marcus Gronholm (Peugeot 307). Un puesto en el podio era lo que necesitaba Loeb para proclamarse campeón del mundo, por lo que no forzó la máquina y se limitó a asegurar su clasificación, mientras que la retirada del noruego Petter Solberg (Subaru Impreza) le puso el triunfo en bandeja a Gronholm.

Loeb consigue un justo triunfo que ya puedo haber cosechado en la anterior cita, puesto que hace quince días el francés le cedió la victoria a Solberg para no proclamarse campeón, ante la retirada de Gronholm en señal de duelo por la muerte en un choque en carrera del británico Michael Park, el copiloto del estonio Markko Martin (Peugeot).

El dominio de Loeb esta temporada en el Mundial de rallys ha sido total y tanto Solberg como Gronholm hace tiempo que perdieron cualquier esperanza de poder optar al título. "Loeb será campeón del mundo cuando quiera y como quiera", declaró Solberg antes del inicio del rally de Japón.

Sin arriesgar

Efectivamente, Loeb se encargó de demostrar desde el primer día de competición que su intención era cerrar el título y desde las primeras especiales se metió en posiciones de podio, que era lo que necesitaba. El francés no quiso arriesgar más de lo necesario, y de ahí que Solberg y Gronholm se quedaran solos en la lucha por la carrera.

"Para luchar por la victoria en Japón había que tomar muchos riesgos y dada mi situación cometer un error podía haberme costado caro, así es que preferí asegurar", declaró el campeón del mundo.

En el parque de asistencias de Kita Aikoku la emoción se podía cortar. En Citroën, por el nuevo título de Loeb, y en Peugeot, por la victoria de Gronholm, ofrecida en forma de homenaje póstumo a Michael Park.