Fernando Alonso pasea a toda velocidad el nombre de Asturias y de España por el mundo, lo hace con su habitual modestia batiendo los récords que ve en el camino y con la seguridad con la que se comporta hoy en los circuitos, la misma con la que, para ganarse un dinero cuando aún era menor de edad, cautivó a los alumnos a los que daba clases de conducción en situaciones extremas. Nada extraño si se tiene en cuenta que con dos años ya tenía su propio kart.

El Premio Príncipe de Asturias galardona a Alonso cinco años después de que con sólo 19 años y sin patrocinadores que aportar al equipo, irrumpiera en la Fórmula 1 con un coche sin opciones.

Al recordar aquel pilotaje a un monoplaza, comparandolo con su Renault, el propio Alonso bromeó tras lograr su primer podio con esta escudería: "Adelanté a más rivales en una sola carrera que en toda aquella temporada".

Fernando Alonso, por aquel entonces, seguía siendo un desconocido en su propia ciudad y paseaba sin ser reconocido por la gente cuando ya era piloto de Fórmula Uno.

La afición al deporte del motor de su padre, José Luis Alonso, le permitió disfrutar de su primer kart, construido por él mismo, con el que se inició en esta especialidad que llegó a ser su vida, al final, la vida de ambos. Muchos viernes, al terminar la jornada laboral y desde que su hijo salía del colegio, cogían el coche y emprendían un largo viaje a Italia, para participar en competiciones de karts.

Eran tiempos de austeridad que ya quedan muy lejos.