Javier Sánchez de Dios / santiago

Se ha anunciado desde la Xunta un cambio en la orientación de la lucha contra la drogadicción en Galicia, entendiendo por tal desde el alcohol hasta la cocaína. Un mundo en el que por cierto entran gentes cada vez más jóvenes. ¿Por qué?

- dolores rodríguez. Creo que las causas son múltiples y complejas. No soy quien para determinarlas con exactitud, pero se pueden esbozar algunas: la incorporación de los progenitores a la vida laboral y el menor tiempo que pasan con los hijos, la poca prevención o la escasa información sobre lo que significa el consumo de droga. Muchas veces no se sabe qué es y se tiene por hábito social, sobre todo el alcohol. Y hay pocos lugares de ocio para los jóvenes, ocio que puede ser un paseo o una reunión, no necesariamente el botellón y la droga. Creo que el botellón a veces es una excusa para reunirse y algunas drogas en cierto modo un hábito social muy extendido en el sentido de que consumir determinado tipo es guai.

- xosé antón lópez. El problema tiene varios componentes. Primero, que siempre se consumió y a todos los niveles: hace veinte años en la universidad ya había droga. Segundo, está en expansión porque hay una globalización mayor y más presencia de sustancias, desde hachís y cocaína a éxtasis, drogas que tienen su efecto y su pegada a más largo plazo, y eso influye a la hora de la proliferación. Y hay un tema que esta en vanguardia: la DEA americana cree que la única manera eficaz de lucha contra el narcotráfico es la legalización; no sé si sería acertado, pero en todo caso tendría que ser una legalización generalizada. Pero creo que al hablar de drogas hay que referirse a todas, hace falta que la gente sepa qué son las drogas, qué significan y sus consecuencias.

- víctor pedreira. Es cierto que las causas son múltiples, complejas y de diferente orden: de naturaleza biológica, psicológica o psicosocial y psicocultural, que son las que más influyen en la extensión del problema. Y hay que analizar ahí varios aspectos: uno, la accesibilidad, porque está demostrado que a mayor accesibilidad mayor consumo; las hay muy accesibles, unas porque son legales y otras porque no siéndolo se encuentran fácil y a un precio relativamente barato; y como además hay una percepción de menor daño, el problema se multiplica. Pero esa percepción es falsa: cierto que su consumo genera menos violencia y menor alarma social, pero tienen una gran incidencia sobre la salud mental: ninguna es más peligrosa para la salud mental tal que la cocaína, créanme.

- ¿Qué se puede hacer? Se han intentado diferentes estrategias, pero el problema está ahí...

- rodríguez. Me gustaría hacer una referencia al doble discurso, la doble moralidad que tiene la sociedad en este como en otros asuntos. Cuando se habla de algunos sectores sociales se da por supuesto que en ellos se consume, se ve con normalidad que algunas clases sociales consuman mientras se critica y se ataca el consumo de otra gente. ¿Soluciones? Son complicadas, pero desde el Consello da Xuventude apostamos más por la información que por la prohibición, más por la educación y la prevención que por la sanción. Creo que nos queda mucho por trabajar en el ámbito de la educación, porque esto debe ser algo que se introduzca en materias educativas; los obradoiros no llegan, ha de ser algo más importante que ha de implicar a todos los sectores docentes, y a los padres. Y con respecto a las drogas que afectan más al tiempo de ocio y a la juventud, creo que no debe haber iniciativas unilaterales de la Administración sino un pacto social entre la juventud, la Administración, los empresarios, los media, etcétera. O sea, todos los que tienen algo que hacer: ya se logró en otros lugares, por ejemplo en Extremadura. Como presidenta del Consello reclamo un pacto entre juventud, Administración y los demás sectores para una solución consensuada. Que todos opinen.

- lÓpez. Este problema es social y es sanitario, y en lo social se mete lo económico, lo de orden público, etcétera. Es un problema de salud general porque hay que tener muy claro que las drogas son muchas, y hay que determinar qué hacer con ellas. ¿Que no se consuma ninguna, que se eliminen todas? ¿Que se haga un consumo racional de algunas? ¿Qué se quiere? No creo que se pueda prohibir del todo el alcohol, por ejemplo, dejando claro que el abuso es dañino; y hay otras cuyos consumidores deben ser catalogados como enfermos, para los que tiene que habilitarse un tratamiento de la seguridad social. Y así volvemos a lo de si es mejor legalizar o no. Aparte de que hay ahí un lado económico al que nadie quiere meterle mano. Es preciso, insisto, analizar el problema en todas sus vertientes y sin cinismo: en el botellón todos defendemos la restricción porque queremos dormir pero no nos importa que haya cada sábado varios comas etílicos. Hay que entrar a fondo en la cuestión, porque hace demasiado que están esos problemas ahí, llevamos veinte años hablando de lo mismo pero sin soluciones. Y me preocupa hablar otros veinte. Lo primero que hay que hacer es definir bien el problema y determinar qué se quiere hacer con él.

- pedreira. La Administración sola no resolverá el problema, hay que ir por objetivos. Sería absurdo plantear una sociedad sin drogas, nunca la ha habido, sería utópico. El primer objetivo, a partir de ahí, sería retrasar la edad de comienzo en el consumo, que está muy baja. Estoy en desacuerdo con que la situación ahora sea parecida a la de hace veinte años. Hoy se llega al alcohol a los 13,7 años, y a la cocaína a los 15,7. El segundo objetivo sería disminuir globalmente la prevalencia del consumo: si hoy consume un determinado porcentaje de la población, disminuirlo. El tercero, disminuir específicamente el consumo más problemático. Y el último objetivo sería disminuir las repercusiones más negativas del consumo. El problema es cómo lograr esos objetivos: estoy de acuerdo en que desde el punto de vista teórico hay que situar el acento en la prevención, quizá también en el práctico. El principal fracaso del Plan de Drogas estaba en la prevención, la propia ministra lo reconoció: prevenir es mucho más difícil de lo que parece. A veces pensamos que cualquier acción bienintencionada ya tiene consecuencias, y no. Hay que reforzar la prevención, es cierto, pero no podemos fiarlo todo a eso, porque hace efecto a largo plazo, hay que trabajar con los niños. Y hay que insistir en la prohibición en determinados casos especialmente dañinos.

- Prevención, educación o represión: la dificultad para conseguir resultados es evidente...

- RODRíGUeZ. Yo no estoy en absoluto de acuerdo con que la represión sea un método adecuado para afrontar un problema como este. Criminalizar determinadas conductas de jóvenes sin tener en cuenta todas las razones por las que se producen, especialmente en lo que antes dije de la doble moral de la sociedad parece un procedimiento como mínimo hipócrita además de inútil. Insisto en que la mayor parte de las fórmulas que se emplean o se han empleado parten de la unilateralidad de su adopción, se toman sin tener en cuenta la opinión de los colectivos juveniles y en consecuencia les falta una óptica fundamental. No es un un problema de autoridad, sino de diálogo y de acuerdo social para buscar solución como se ha hecho, y con éxito, en otras comunidades.

- pedreira. Vamos a ver, me doy cuenta de que en algunas ocasiones, y cuando se representa a colectivos concretos, no queda más remedio que plantear desde determinadas posiciones, pero es lo cierto que no se puede discutir, ahora mismo y ante el problema de que se trata, la necesidad de pautas de conducta y de definiciones entre lo que es bueno y lo que no lo es, entre lo que es conveniente y lo que debe considerarse nocivo. Y hay que ir a una definición clara, porque lo contrario es inducir confusión en las conductas: antes se ha hablado de prevención, y quedó claro que es altamente aconsejable pero que no puede fiarse todo a ello, sino a la separación clara de acciones. No me parece conveniente, por tanto, establecer que todo vale o que es lo mismo una cosa que otra: no es así.

- lópez. Yo insisto en que para resolver en serio este problema, que es muy serio, hay que empezar por definirlo bien, y por tanto el esfuerzo debe orientarse en la información y en la prevención. Las drogas, todas las drogas, están en la sociedad desde hace mucho tiempo. No era igual que ahora ahora, lo acepto, pero sí parecido. Hay dos formas de actuar que deben ser claras: el Parlamento tiene que hablar, formar una comisión que quiera afrontar el problema y debe empezar por definirlo bien. Y a partir de ahí hay que buscar los medios para resolverlo, que pueden ir en muchas direcciones, siempre a partir de la idea de lo que se quiere hacer.