Fiesta y tradición superan cualquier dificultad en Gondomar. Así lo demostraron ayer sus vecinos que, pese a los fuertes chubascos caídos a lo largo de la mañana, permanecieron en las calles para apoyar una de sus celebraciones más arraigadas: el certamen de rondallas que llegó este año a su vigesimocuarta edición. Cientos de paraguas y otras tantas personas invadieron las aceras de Eduardo Iglesias para contemplar a las ocho agrupaciones que participaron en el festival.

Mereció la pena aguantar el chaparrón. El espectáculo arrancó aplausos desde su inicio a las diez y media de la mañana hasta casi las dos de la tarde. La villa condal disfrutó de nuevo con las vistosas coreografías que los abanderados interpretan en el cruce de Elduayen y con las sesiones musicales. Pasodobles, muiñeiras y jotas se mezclaron con estilos más modernos, desde superventas del momento a ritmo de castañuela y pandereta hasta los populares temas veraniegos de Georgie Dann.

La rondalla porriñesa de Atios abrió el desfile y las actuaciones de veinte minutos, seguida de la del centro cultural de Bembrive (Vigo). En tercera y cuarta posición, aparecieron las agrupaciones del municipio gondomareño, la de Vincios y la de Chaín, que recibieron la más cálida acogida por parte del público. Valladares continuó el pasacalles y, tras este grupo, los de de Torroso y Santa Eulalia, ambos de Mos, y Beade (Vigo), que cerró la celebración.