Perera va camino de convertirse en un personaje esencial en la vida del Celta. LO fue el año pasado cuando en unos pocos meses y un puñado de partidos se ganó el cariño de Balaídos gracias a media docena de goles decisivos para que el equipo consiguiese el ansiado ascenso. Incluso el tanto de Lleida que cerraba felizmente una temporada dura en lo emocioal llevó su firma. Perera apostó por seguir en Vigo pese a que intuía que el mercado veraniego le traería un duro opositor por el puesto de titular. Y ese fue Baiano. Consciente de que los números y la calidad del brasileño son algo que no se puede discutir el extremeño ha trabajado duramente a la espera de una oportunidad. Hay quienes reclaman su ocasión en la sala de prensa mientras que Perera lo hace sobre el terreno de juego. Jamás tiene una mala palabra ni levanta la voz para pedir que el técnico se acuerde de él. Simplemente espera. En la Copa le está llegando esa oportunidad y la está aprovechando a conciencia. Primero fue en Tenisca donde marcó tres goles para meter al Celta en la segunda ronda y su segunda gran contribución llegó en el partido de ayer en el que se convirtió en un martirio para la defensa del equipo bético incapaz de hacer frente a la velocidad demostrada por este futbolista que aprovecha como nadie los errores de sus rivales. La jugada del gol del Celta es una perfecta tarjeta de presentación de lo que es Perera. Primero por su aparición fugaz en el corazón del área del Betis, luego por la pillería para golpear el balón antes que los béticos y forzar un penalti donde apenas había nada. El mismo culminó su obra ejecutando el lanzamiento. Pero Perera no se detuvo ahí. Corrió sin desmayo, se inventó tres ocasiones más y terminó capitalizando todo el juego de ataque del conjunto vigués. No es de extrañar que Balaídos volviese a cantarle aquello de "bota de oro, Perera bota de oro"...