Posiblemente a estas horas, y sin conocer con detalle los pormenores del acuerdo alcanzado sobre el futuro Estatuto catalán, sin embargo, ya es posible hablar de entusiastas, de reticentes y de adversarios, entre algunos otros matices de esas actitudes más diferenciadas. De entusiasta se puede describir la reacción de los convergentes de Artur Mas. Recuérdese que era, en un principio, el opositor por excelencia. No tenía ninguna esperanza de que pudiera obtener el Estatuto que él proponía. Pujol llegó a aconsejar a su formación que fuera preparándose para decir no a un texto que, con toda probabilidad, estaría lejos de complacerles. Pues bien, ha resultado ser la fuerza más satisfecha, en el extremo opuesto de Esquerra Republicana de Cataluña, que se ha mostrado muy infeliz por el hecho de que haya sido su gran adversario nacionalista, CiU, el partido llamado a repartirse el éxito del final feliz.

Para Carod Rovira, de entrada, y a la espera de ver conseguidos algunos de sus propios propósitos y metas, el acuerdo obtenido entre la Moncloa y las fuerzas catalanas apenas obtiene un "insatisfactorio alto" que no llega al probado. ¿Cómo es posible que el futuro Estatuto satisfaga a Mas, Durán y Pujol y no complazca a Rovira y Puigcercós? Probablemente hay mucho de cuestión de formas y de cariños...

Pero no es menos cierto que en el propio PP ha sido posible advertir ya reacciones bien distintas: la reacción oficial en boca de Eduardo Zaplana o de Soraya Sáenz de Santa María es de rechazo total y sin matices. Hay que defender la línea mantenida y si durante el tiempo de negociaciones hablaron de clandestinidad, negociación al margen de una parte sustancial de la representación de la derecha española, no había razón alguna para cambiar esas descalificaciones rotundas y globales..., si bien en las distintas Comunidades Autónomas con Gobierno del PP se estudia con detalle lo que supondrá y significaría trasladar las mejoras catalanas a sus propias Comunidades en materia de más impuestos y más competencias. Núñez Feijoo se ha apresurado a apuntarse: "Galicia no renunciará a nada en materia del autogobierno que se incluya en el Estatuto catalán". Y cabe suponer que otro tanto se proclamará en Valencia y en Castilla y León, y en Baleares.

Ya los expertos han hecho una primera valoración del acuerdo alcanzado para Cataluña y llegan a la conclusión de que con esas fórmulas de aplicación para las comunidades del régimen común, es decir todas menos Euskadi y Navarra, las más beneficiadas resultarán Madrid, Baleares, Valencia, Andalucía y Cataluña, por cuanto tienen las economías más dinámicas y donde la evolución del IVA y los impuestos especiales es mayor. Si las fórmulas pactadas para Cataluña resultan más favorables que las vigentes, ¿quién podrá oponerse a la novedad, por mucho que lo prediquen Zaplana o la señorita Santa María?