"No la busquen más, yo la maté con un palo de amasar", éstas fueron las palabras que dijo Carlos Antonio Platas, de 44 años e hijo de la mujer asesinada, a la Policía cuando se derrumbó y confesó el crimen. Poco después reveló que su cadáver lo había enterrado en el patio de casa, en la localidad bonarense de El Talar, a unos 30 kilómetros de la capital.

Las investigaciones que llevaron al esclarecimiento del crimen se iniciaron cuando María Elena Cagiao, hija de la septuagenaria asesinada, denunció el pasado 5 de julio que desconocía el paradero de su madre y desconfiaba de las versiones de su hermano, quien le había dicho que "estaba con una amiga".

Platas, que según fuentes policiales "es conocido por los vecinos como un jugador compulsivo" y tendría "deudas debido a la venta de caballos de carrera", afirmó a su hermana que su madre "se había ido a cuidar a una amiga" en General Pacheco, y que luego viajaría por la provincia. Sin embargo, su hermana no creyó esta versión y le preguntó una y otra vez por su madre, a la que no veía desde el pasado 17 de junio, pero sin obtener una respuesta convincente. El supuesto asesino, ante las reiteradas preguntas de su hermana, le aseguró que su madre estaba en casa de su amiga "Candelaria", con quien más tarde "se irían junta a Chapadmalal", hasta el pasado 4 de julio que es cuando debían regresar.

Pese a todas estas explicaciones la hija de la emigrante de Betanzos decidió denunciar la desaparición de su madrea la Policía y le contó las versiones que su hermano le había dado. Desde ese momento los investigadores trataron de confirmar todo lo dicho por el ahora detenido y comprobaron que la tal Candelaria no había estado Elena Cagiao Blanco y comenzaron a sospechar. Presionado por los interrogatorios de la Policía en su propia casa, Platas se puso "nervioso y abrumado" y terminó confesando su crimen y el lugar en donde había enterrado bajo tierra a su madre.

La mujer asesinada cobraba dos pensiones, una de 300 pesos y otra española de unos 665 euros, dinero que al parecer quería su hijo y que, asediado por las deudas, pudo ser el móvil del crimen.