Alfonso Guerra ha dicho en voz alta lo que piensan millones de españoles, incluidos muchísimos socialistas: que definir como nación a Cataluña va en contra de la Constitución. Así de simple y así de claro. Las palabras de Guerra han caído como un jarro de agua fría en el Gobierno, que inmediatamente ha puesto a sus amigos mediáticos a susurrar que el ex vicepresidente representa al "pasado", que es un hombre de la Transición, que está fuera de onda...

Es evidente que Guerra es un político de la Transición, como también lo es que tanto él como Fernando Abril Martorell fueron dos personajes claves para que se consensuara la Constitución. Guerra se conoce la Carta Magna al dedillo porque es `padre´ de muchos de sus artículos. De manera que este veterano dirigente socialista, cuando habla de la Constitución, sabe de lo que habla, y en esta ocasión lo que ha lanzado es un mensaje de atención sobre la proyectada reforma del Estatuto de Cataluña.

No diré que me han sorprendido las reacciones de los hombres de Esquerra ,o incluso las de algunos dirigentes del PSC, porque en realidad no me han sorprendido. Con los nacionalistas siempre pasa lo mismo, o estás de acuerdo al cien por cien con ellos y haces lo que dicen, o desatan la caja de los truenos y las descalificaciones. Eso es lo que han hecho con Alfonso Guerra, al que supongo que le habrán resbalado tantas palabras necias como le han dirigido estos días.

Lo cierto es que hace unos días, en Cataluña, se publicaba una encuesta en la que se reflejaba el escaso interés de los encuestados por la reforma del Estatuto. No llegaban ni al uno por ciento los que manifestaban estar preocupados o deseosos de un cambio. De manera que la reforma del Estatuto es una idea de algunos políticos catalanes, no una demanda de sus conciudadanos. Lo mismo sucede con las reformas estatutarias en el resto de España. No digo que no haya que reformar los Estatutos, por más que no haya demanda ciudadana, pero sí que esas reformas no pueden llevarse por delante la Constitución porque una minoría, con sueños de grandeza, quiera hacerlo.

Llevo tantos años sentada en primera fila para contar lo que sucede en la política española, que he aprendido que hay muchos problemas artificiales creados por los propios políticos, y el del Estatuto de Cataluña es uno de esos problemas. Lo que el presidente Zapatero y su Gobierno debería de tener en cuenta es que hay millones de españoles que no están, no estamos, por la labor de que nos cambien las reglas de juego, o sea, la Constitución, y mucho menos por la puerta falsa. En cuanto a esa pretensión de Zapatero y Maragall de que van a hacer un Estatuto que dure otra generación, pues qué quieren, Esquerra ya ha dicho lo que viene diciendo, que ellos lo que quieren es la independencia.

Me parece que hacía muchos años que Alfonso Guerra no contaba con el apoyo de tantos ciudadanos como ahora, porque son muchos, más de los que le gustaría a Zapatero, los que piensan como él.