Más de 5.000 menores gallegos están tutelados por la administración y a ellos se dedicó ayer el debate organizado por Caixa Galicia dentro de su programa "Viradeiras". Éste contó con el magistrado granadino Emilio Calatayud, cuyas sentencias educativas -condenar a un joven pirata cibernético a impartir clases de informática, por ejemplo- han merecido el reconocimiento de la opinión pública. "Deben explotarse al máximo estas alternativas", señala el magistrado, "porque para encerrar siempre hay tiempo y, de hecho, llevamos encerrando a la gente siglos y no parece que con muy buenos resultados".

- En su conferencia aborda la responsabilidad de la familia en la situación actual de los menores...

- Los responsables de la educación somos los padres y creo que lo que hemos hecho es hablar a nuestros hijos de muchos derechos y de pocas obligaciones y ahora tenemos un enfrentamiento entre los derechos de nuestros hijos, las facultades que tenemos como padres, y luego no nos ha interesado transmitir a nuestros hijos el contenido del artículo 155 del Código Civil porque creo que no se ha hablado a nuestros menores de que tienen deberes. Y el principal deber que tienen los hijos en la familia es obedecer y respetar a sus padres y contribuir con las tareas familiares, han hecho abuso de sus derechos y dejadez de sus deberes.

- ¿Y en el caso de la escuela?

- Exactamente lo mismo: los menores tienen el derecho a estudiar pero tienen el deber de estudiar. Hay que devolver el prestigio y la autoridad que tenía el maestro y una de dos: o se protege socialmente la figura del profesorado, metiendo en la cabeza a los menores que el profesor no es un colega de los alumnos, o devolvemos esa autoridad que tenía o sencillamente tendremos que darle el respaldo penal que tiene el profesor: es un funcionario y cuando un padre o un alumno golpea a un funcionario está cometiendo un delito de atentado... Hemos perdido los papeles, por eso digo que hay que recuperar la figura del padre, la del profesor, llamar a las cosas por su nombre.

- ¿Es de los que se declara sorprendido con los casos de violencia en los centros?

- No me sorprenden porque estamos en una sociedad más violenta y los chavales son un reflejo de lo que pasa en la sociedad. Hemos pasado de un extremo al otro del péndulo, de un estado dictatorial a uno democrático y tenemos que buscar el término medio en ciertas cosas, sencillamente por la evolución histórica que hemos tenido en la sociedad ha pasado esto pero hay que recuperar ciertas cosas, nos ha dado miedo hablar de principios que son básicos en estado de derecho, por complejos. Creo que por ejemplo el concepto de autoridad paterna, el concepto de autoridad del profesor, el concepto de autoridad en general no es un concepto de dictadura sino un elemento fundamental en un estado democrático, pero por esos complejos nos ha dado miedo y hay que volver a educar en eso.

- Se habla frecuentemente de la educación en valores ¿echa en falta que se hable también de poner límites?

- Estoy completamente de acuerdo, estamos haciendo unos jóvenes muy "light", que no admiten el no, y el primer "no" lo escuchan en la escuela y no donde lo tienen que escuchar que es en la familia. Desde luego hay que educar en valores pero hay que saber poner límites, y tanto a nivel familiar como educativo como social, y recalco lo del nivel social, llega un momento en que hay que decir que no y eso nos ha dado miedo. De hecho los menores son menores pero no tontos y nos han podido, nos han ganado.

- Es conocido por sus sentencias educativas ¿qué ventajas ha constatado en adoptar este tipo de medidas?

- Creo que cuando un menor comete un delito no solamente lo está haciendo contra la víctima sino contra la sociedad y hay muchas formas de reparar el daño a la sociedad; una de las formas fundamentales es precisamente repararlo, y si la sociedad pone fácil el camino para que un menor cometa el delito también tiene que buscar los mecanismos para que se repare ese daño. Es una responsabilidad de todos, una alternativa más a la medida privativa de libertad y sería muy trasladable a la justicia de adultos, es tiempo de no encerrar tanto y de buscar otras alternativas. Esta Ley lo preve, lo contempla y además con buenos resultados, supone entonces también un compromiso a nivel social y una medida muy buena que debería apoyarse y explotarla al máximo, porque para encerrar siempre tenemos tiempo, ha de ser un compromiso de toda la sociedad el buscar recursos, actuar coordinadamente y no poner trabas a estas medidas que, la verdad, dan buen resultado y para muchos casos no es necesario privar de libertad.