Las encuestas nos gobiernan. La modernidad consiste en vivir al día. Quien toma una decisión que sabe de antemano impopular maneja las terminales mediáticas y espera el milagro de Paulov. Ya escampará. Y, en ésas estamos.

Si De Juana Chaos opta por la discreción y se dedica a escribir sus memorias, en La Moncloa confían en que la gente se irá olvidando de lo ocurrido "el día más triste" -según el decir de Ana Botella de Aznar. Si, por el contrario, así que pasen unos días y en vísperas de la campaña de las municipales, el etarra que le ha ganado el pulso al ministro Rubalcaba, aparece en algún mitin de `Berria´ o como quiera que sea el próximo seudónimo de Batasuna, entonces Rodríguez Zapatero habrá hecho un mal negocio.

Tengo para mí que el traslado del etarra más sanguinario a un hospital de San Sebastián, es un guiño para que los que colocaron la bomba en Barajas no repitan y vuelvan al camino de Ginebra. Pero el gesto se convertirá en mueca si -dándole la razón a Rajoy- De Juana sube un día de estos a una tribuna y puño en alto renueva su juramento de sangre con el mundo del hacha y la culebra.

Desde los tiempos de Delfos, se sabe que los sondeos hay que saber interpretarlos. Pepe Blanco, como Temístocles ante la Pitia en vísperas de Salamina, le debe haber dicho a Zapatero que la sensación que predomina entre la gente es de indignación. Por eso Zapatero está esperando a que escampe mientras prepara el próximo guiño: mirar hacia otra parte cuando Batasuna se presente, con otro nombre, en la ventanilla del Ministerio del Interior. Si quieren presentarse a las municipales, les quedan menos de 50 días. En esta fase se halla ahora el `proceso´.