S. R./X.S.S. / PONTEVEDRA/LALÍN

Mínimos de lluvias en febrero, adelanto de algunos cultivos y más días en los que confluyen los peligrosos "tres treinta": vientos superiores a 30, menos de 30% de humedad y más de 30 grados de temperatura, con el subsiguiente riesgo de incendio. Son algunas de las evidencias del cambio climático que los expertos han constatado ya en el campo gallego, según expuso el pasado viernes en Pontevedra la Asociación Sectorial Forestal Galega (Asefoga), en la presentación de su estudio sobre los efectos de estos cambios en la agricultura, bosques y ganadería.

Se espera que los resultados de este estudio, cofinanciado por el Fondo Social Europeo y la Fundación Biodiversidad, estén en agosto, si bien los primeros análisis concluyen que en el año 2060 Galicia tendrá "un clima similar a la Beira Alta portuguesa, una región del interior próxima al río Duero". Este efecto será especialmente significativo en los municipios del interior de Pontevedra y también en Ourense, según las predicciones que maneja Asefoga, y repercutirá sensiblemente en los cultivos y la ganadería.

Así, se prevé un aumento significativo del riesgo de incendios por la reducción de precipitaciones medias anuales y el aumento la temperatura. En concreto, el director técnico del estudio, Miguel Acuña, apuntó a un aumento de entre 1 y 5 grados en el arco atlántico para los próximos años.

"Las especies menos adaptadas al calor, como el roble, se desplazarán en altitud, en tanto que las más adaptadas al frío, como la faya, tenderán a desaparecer", indican las primeras estimaciones del proyecto "Retos e oportunidades para o sector agroforestal galego no século XXI".

Optimización del agua

También se complicará el manejo de los cultivos por la mayor frecuencia de episodios extremos (sequías y fuertes lluvias) y la modificación de las temperaturas podría facilitar el desplazamiento hasta Galicia de algunas plagas frenadas hasta ahora por las menores temperaturas del noroeste peninsular. Además de ese cambio en la distribución de las plagas, las mayores temperaturas podrían aumentar las necesidades de riego en algunos cultivos, una optimización del agua en la que los labradores gallegos tienen escasa experiencia.

En lo que atiene al sector forestal, los responsables del estudio indican que "se incrementará la productividad durante cuarenta o cincuenta años por el aumento del CO2 y de la fotosíntesis y, al finalizar este período, se reducirá la productividad" por déficits de agua.

Estos primeros síntomas que constata el estudio "Retos e oportunidades para o sector forestal galego no século XXI" coinciden con las predicciones hechas públicas por la Oficina Española de Cambio Climático. Sus portavoces indican a FARO DE VIGO que "el cambio climático alterará las interacciones entre especies, favorecerá la expansión de especies invasoras y plagas, aumentará el impacto de las perturbaciones, tanto naturales como de origen humano y afectará a la estructura y funcionamiento de los ecosistemas terrestres... Por el contrario, es actualmente incierto si las especies serán capaces de evolucionar y adaptarse a tiempo al cambio climático, si las plantas aumentarán la eficiencia en el uso del agua con la sequía y el calentamiento".

Como tendencia más significativa en cuanto a biodiversidad vegetal, la Oficina Española de Cambio Climático predice la "mediterraneización" del norte peninsular y señala a la vegetación de alta montaña, los bosques y zonas de arbustos caducifolios sensibles a la sequía entre los más vulnerables.

Los pastizales húmedos, como los de la zona de Deza o Tabeirós, así como los bosques de alta montaña son otras de las zonas que se consideran en especial riesgo.

Otra de las áreas que ha analizado la Oficina de Cambio Climático y en la que también incide el estudio que promueve Asefoga es en la biodiversidad animal y especialmente el ganado. En este sentido, el departamento dependiente del Ministerio de Medio Ambiente espera, "bien un desplazamiento de las áreas de distribución de las especies, o bien una adaptación rápida de los organismos a las nuevas condiciones ecológicas, ninguna de las dos posibilidades parece factible para la mayoría de las especies estudiadas en el contexto actual".

Razas autóctonas

Por su parte, tanto Jacobo Feijoo, secretario general de la Asociación Sectorial Forestal Galega, como el director técnico del proyecto, incidieron en que "la idea es promover en Galicia razas autóctonas adaptadas a las condiciones locales, caso del porco celta; incentivar estas razas supone también conservar un valioso patrimonio genético".

Pero los riesgos no son tan sólo para el paisaje y la fauna, sino que el estudio de Asefoga advierte que "se incrementará la mortalidad de la población adulta". El grupo más afectado será el de los mayores de 65 años, especialmente vulnerables al aumento de los días de verano con "temperaturas de disparo" por encima de los 32 grados. En este sentido, el Ministerio de Medio Ambiente también apunta a un aumento previsible de las partículas finas y del ozono, que serían los principales impactos relacionados con la contaminación atmosférica. "Estos aumentos", matiza, "pueden agravar los problemas de salud derivados de la presencia de altas concentraciones de estos gases en la atmósfera".

Las personas afectadas por bronquitis crónica, asma o con enfermedades cardiovasculares son los que presentan un mayor riesgo ante este probable incremento de los contaminantes en la atmósfera.

Las estrategias posibles de los agricultores

El equipo multidisciplinar encabezado por Miguel Acuña y que reúne a expertos en agricultura, agronomía, sector forestal, oceanografía, etc. lleva a cabo su estudio sobre el cambio climático en las cuatro provincias gallegas. Cuantificará, además, los datos reales de las sequías en un informe que ya está en la fase de trabajo de campo, analizando parámetros como el retraso de la floración, los impactos en la producción de forrajes, etc.

Por lo que respecta a las estrategias para hacer frente al fenómeno, los responsables del estudio reconocieron que sólo podrán ser adaptativas -el cambio climático es irreversible-, que existe gran incertidumbre, pero, a priori, hay caminos posibles: "El sector ganadero contribuye a los gases de efecto invernadero y tiene que formar parte de la solución, la idea es lograr una fertilización más racional, un mejor uso y manejo del estiércol y un cambio en la alimentación del ganado que reduzca el metano sin que ello suponga una pérdida de producción", indicaron los autores del estudio.

Adaptar cultivos y ganado

La segunda estrategia es la adaptación de los cultivos y ganados para minimizar el impacto, por ejemplo, con variedades de más enraizamiento y adaptadas a la sequía y, muy especialmente, con la mejora de la eficiencia del riego.

A fin de formar y sensibilizar a los agricultores, al sector forestal y a los ganaderos sobre el problema y ayudarlos a afrontarlo, Asefoga completa su estudio con un programa de cursos on line y semipresenciales.

Los cursos on line se dedicarán al uso y gestión de la biodiversidad forestal, teniendo en cuenta que "los agricultores trabajan en un amplia variedad de entornos ecológicos", señaló la técnico del proyecto María Luz Eyo.

También se celebrará un monográfico sobre interpretación del paisaje rural y otro sobre la agricultura energética actual, ayudando a los alumnos a hacer uso de energías alternativas frente a las fósiles.

Por su parte, los cursos semipresenciales se dedicarán a la cría y explotación de especies ganaderas adaptadas al medio y las alternativas de desarrollo de la ganadería sostenible en áreas de montaña, según avanzó el pasado viernes María Luz Eyo.

"Os veráns son moi longos e prexudican as colleitas"

Los agricultores de Deza y Tabeirós/Montes llevan años percibiendo en sus cosechas las influencias del cambio climático. "É unha tendencia xeralizada", confirman veteranos agricultores que recuerdan un rigor invernal de antaño que en las últimas décadas se ha ido suavizando.

Más comedido se muestra el ganadero y sindicalista lalinense Román Santalla: "Algún cambio estao habendo, pero parte tamén se debe aos avances tecnolóxicos", que han introducido modificaciones en la siembra y en la recolecta de las cosechas. En todo caso, admite que los agricultores "somos escépticos e negámonos a crer estas cousas, porque vemos que segue xiando, fai frío...". Así que "no campo esperamos que sexa un ciclo e que logo veñan anos normais", añade. Pero, tras reflexionar un momento, matiza: "O certo é que está nevando moito menos. Os maiores recórdannos que antes caían temporais de neve ou auganeve durante quince días seguidos e agora duran un día ou dous e logo xa ven o tempo quente outra vez".

Pérdida de maíz y forrajes

Según Santalla, entre los paisanos -doblemente escépticos, por agricultores y por gallegos- no ha cundido la alarma: "Como profesionais non nos preocupa", aunque sí notan sus efectos. "Onde nos prexudica? Nas primaveras, que veñen bastante secas, e nos veráns, tamén moi secos. En 2006 perdemos o 50% do millo e pouco menos en forraxes". "O que nos prexudica é no verán. Hai pouca humidade e demasiado sol para o millo e a herba. O primeiro corte ségase ben, pero o segundo xa lle custa máis -explica Román Santalla-. Corríxese este déficit coas primaveras benignas do outono e do inverno". La suavización del invierno favorece las cosechas, pero "as primaveras son moi cortas e os veráns moi longos", lo que perjudica las cosechas.

Lluvias ácidas

Curiosamente, el año pasado fue el primero en muchos en que hubo fruta abundante. Aquí entra en escena otro fenómeno muy habitual en los últimos años. Ancianos agricultores de la zona avalan con sus testimonios algunas investigaciones que relacionan la lluvia ácida con la central de Meirama: "Desde que puxeron iso na Coruña non se probaba unha cereixa", dicen. "Hai uns anos notábase moito nos carballos ou nas cerdeiras, que lle caía a folla no mes de xullo. Era moi difícil coller cereixas, claudias... Pero 2006 foi excepcional, houbo para os paxaros e para as persoas", comentan en un ágape de Carnaval veteranos agricultores lalinenses hartos de ver como los pocos brotes de los árboles frutales apenas llegaban en los últimos años para los estorninos.

El cambio climático es ya un recurrente motivo de conversación. Vecinos de Lalín aseguran haber observado cambios en el comportamiento de algunas especies salvajes, como los patos, que empiezan a criar mucho antes.