Cuando su suegro empezó a trabajar en 1917 como niño de los recados, la papelería llevaba ya varios años funcionando, recuerda Josefina Mur, la actual titular del negocio.

En 1927 cogió el traspaso por 33.000 pesetas que pagaban a plazos mensuales de quinientas y con mucho esfuerzo. Pasó después a su marido y espera que sus hijos mantengan la tradición, porque reconoce que lo que más le interesa es "conservar la imagen de mi marido y su padre al frente de este negocio"

Y eso que admite que la venta de papelería ya no es lo que era. "Se trabaja mucho al detalle", explica, por lo que el negocio se ha ido orientando hacia el mundo del regalo seleccionado.