La industria papelera consumirá casi la mitad de la madera que se quemó en Galicia durante la crisis de los incendios del pasado verano, pese a que en un primer momento rechazó esa opción por la posibilidad de que la ceniza perjudicase el proceso de fabricación de celulosa. Lo confirmaron fuentes de los aserraderos, que explicaron que Ence aceptó la compra de todas las partidas de eucalipto que se le enviaran a precios de mercado, tal y como se había comprometido toda la industria forestal con la Xunta, y que representan algo menos de los 5 millones de metros cúbicos de madera que resultó calcinada por el fuego.

La planta de celulosa de Lourizán consume al año aproximadamente el 18% de los 6,95 millones de metros cúbicos de madera que se cortan al año en Galicia, lo que viene a representar 1,2 millones, según un informe de la cadena Monte-Industria. A esta cantidad se sumarán ahora al menos otros 2 millones de metros cúbicos de eucalipto calcinado el pasado verano.

"A la celulosa no le viene nada bien la madera quemada, pero le vale siempre y cuando se le quite la corteza", explica Carlos Ucha Sánchez, presidente de la Federación Empresarial de Aserraderos y Rematantes de Madera de Galicia (Fearmaga), que apunta que con esta acción "Ence echó una mano al sector, que para nada es beneficiario de los incendios, sino todo lo contrario". "Tras la crisis se hizo un pacto, entre la industria y la Administración, de que la madera se pagaría como si fuese verde, y se está cumpliendo escrupulosamente", añade.

Subastas desiertas

Pero hay algunos problemas. Las empresas de aserrío aseguran que las subastas públicas de madera, sobre todo de pino -la más demandada por aserraderos y fabricantes de tablero-, "llegaron tarde", lo que provocó que algunas partidas fuesen dañadas por hongos, lo que limitó su aprovechamiento a procesos de triturado, y redujo su valor hasta en un 40% -si se hubiese destinado a corte, por ejemplo-. "El problema de la madera quemada es que hay que gestionarla muy rápido; en septiembre debería haber estado medida y cubicada [cuantificada en metros cúbicos], y puesta a la venta en octubre, pero no es un proceso sencillo", aduce.

Es más, según los aserraderos las primeras mediciones de la Xunta resultaban erróneas, lo que provocó que algunas subastas de madera quedasen desiertas. "La equivocación era en algunos casos del 80%. Por poner un ejemplo, te decían que ponían a la venta 1.000 metros cúbicos cuando en realidad eran 100, y por eso nadie acudió, sólo algún portugués despistado que cuando corte la madera se dará cuenta", afirma Ucha. El proceso elegido para las subastas es el siguiente: se marca un precio mínimo según el mercado, y después se presentan ofertas a sobre cerrado por el producto, y la más alta se queda con la partida.

Las protestas del sector dieron resultado, y ahora se paga por tonelada extraída, no por estimaciones sobre metros cúbicos. Pero medio año es "mucho tiempo", y gran porcentaje de la madera que permanece en los montes se destinará a triturado. Las previsiones de los madereros es que la adjudicación de los lotes pendientes se cierren este mismo mes, mientras que las cortas no habrán terminado antes del verano.

Galicia se ha consolidado en los últimos años como la reserva forestal española. De hecho, la mitad de las cortas que se registran en el país se realizan en esta comunidad, donde el peso de la industria maderera tiene especial relevancia en el medio rural. Sólo la industria de primera transformación, que incluye aserraderos y rematantes, tiene una facturación superior a los 1.463 millones de euros.