Rubén Guillán Carril, el niño de 8 años que resultó herido en el accidente de tráfico ocurrido el martes en Combarro, donde murieron su madre Teresa Carril Pereira (34 años) y su hermana, Sara Guillán (6), falleció ayer. Lo cierto es que estaba clínicamente muerto desde el miércoles, pero los equipos médicos del Hospital Xeral Cíes, en Vigo, decidieron mantenerle artificialmente, conectado a las máquinas de la UCI pediátrica, a la espera de que la familia autorizara la donación de los órganos. De ahí que durante el entierro de Teresa y su hija Sara celebrado el martes la Guardia Civil entregara a la familia una nota pidiendo su urgente asistencia al centro hospitalario vigués.

Ayer el padre de Rubén, José Guillán, autorizó la donación, por lo que estaba previsto desconectar al pequeño a última hora de la tarde, en cuanto llegaran los equipos de trasplante, para después conducir el cuerpo hasta el tanatorio de O Grove, durante la noche, y enterrarlo hoy, a partir de las 17 horas.

José Guillán Piñeiro, marido y padre de los tres fallecidos en este trágico accidente de circulación, se desplazó ayer por la mañana a Vigo acompañado de Guadalupe Carril -la hermana de Teresa- y su esposo. Tras recibir las oportunas explicaciones médicas se desplazaron al juzgado y firmaron todas las autorizaciones pertinentes para la donación.

De regreso a O Grove, a las cuatro y media de la tarde, los tres coincidían en agradecer las muestras de cariño recibidas y, en medio de la aflicción lógica que sentían, acertaban a explicar todo lo ocurrido.

"Donamos todos los órganos de Rubén para salvar a otros niños", exclamaron. Aunque en principio no querían referirse a esto, "porque no queremos hacer ningún tipo de publicidad", finalmente accedieron "porque estamos convencidos de que así podremos convencer a otra gente en la misma situación... es una terrible pérdida, pero al menos puede servir para salvar otras muchas vidas, por eso animamos a todos que se hagan donantes".

Solidaridad

A este claro llamamiento a la solidaridad, los familiares del niño, de la niña y de la madre muertas incorporaron otra frase sentida y directa: "Hay muchos niños esperando órganos vitales para poder sobrevivir... y hay muy pocos donantes".

"Decidimos autorizar la donación para salvar vidas -insistieron-, no para que la gente lo sepa, pero si así vamos a lograr que los vecinos se conciencien, todo esto habrá servido de algo".

Al hacer estas declaraciones lo estaban pasando realmente mal, pero aún así trataban de sobreponerse para lanzar su mensaje y para aclarar que "Rubén se murió por el golpe que sufrió en la cabeza", el mismo que le produjo fuertes hematomas y la muerte cerebral.

"Pero los demás órganos vitales estaban en perfectas condiciones, por eso decidimos donarlos todos... los médicos nos informaron en todo momento y nos dijeron que el corazón, los pulmones y demás órganos estaban en perfectas condiciones para ser trasplantados; tuvimos que reflexionar, y tras pensarlo decidimos acceder, por el bien de otros niños", insistían el padre y los tíos de Rubén en su viaje de regreso a casa,

"No nos dijeron cuántas vidas podrán salvarse con estas donaciones ni a cuántos niños podrá hacer felices Rubén gracias a los trasplantes, pero seguro que serán muchos, y eso nos hace estar un poco orgullosos en medio de tanta pena", exclamaba Sito, el marido de Guadalupe Carril.

Durante la conversación mantenida con ellos indicaban que los médicos del Hospital Xeral Cíes de Vigo estaban "esperando al helicóptero y al equipo de cirujanos encargado de los trasplantes, algunos de los cuales se harán en Barcelona... creen que a partir de la siete u ocho de la tarde podrán desconectar a Rubén, bajarlo a quirófano y realizar todas las operaciones necesarias, por lo que esperamos que por la noche, o de madrugada, nos lo lleven para O Grove".