La confianza en la política se está convirtiendo en una utopía de tal magnitud que ya no se vislumbra el menor atisbo de esperanza. El uso de "cortinas de humo" que oculten la incompetencia está llegando a un nivel vergonzoso. Los que antes criticaban una postura, ahora la defienden con los dientes y las promesas vuelven a caer en saco roto. "Plataformas" disfrazadas de solidaridad que utilizan donativos con fines políticos desaparecen de la noche a la mañana como si ya no existieran causas por las que luchar, coincidiendo, casualmente, con un cambio de gobierno. Estatuas ecuestres se echan abajo, Honoris Causa que se retiran, ley de Memoria Histórica... ¿De verdad esperan que el odiado dictador se revuelque en su tumba? Más bien lo hará de la risa, porque es tal la huella que ha dejado, que los entonces llamados "rojos" aún muestran su frustración décadas después. ¡Y es el presidente quien acusa al líder de la oposición de vivir en el pasado!

Lo más triste es la evidencia de que se está muy lejos de querer hacer justicia y que al "buen talante" le tiene sin cuidado el sufrimiento que antaño vivió España, utilizándolo como arma arrojadiza. Puestos a hacer justicia, no nos olvidemos de destrozar el legado del Imperio Romano y del Islam, que nos invadieron durante siglos. También echemos abajo los símbolos del cristianismo, todo lo que nos recuerde a los Reyes Católicos y el descubrimiento de América; ya que los pueblos indo-americanos, pisoteados por los españoles, también merecen una ley de Memoria Histórica.

Es innegable que en España existió una dictadura y eso el entorno del sector Zapatero nos lo está recordando constante y sistemáticamente, pero también de forma conveniente parece dispuesto a olvidar otros hechos atroces más recientes. ¿Los perjudicados por el terrorismo de cualquier índole no tienen derecho a una Memoria Histórica?

Los políticos prefieren intercambiarse "vídeos-rabietas" y así olvidar engorrosos estatutos, catástrofes naturales y no naturales, viviendas inasequibles, la sanidad, la educación, la violencia en alza, la inmigración, a las víctimas del terrorismo, la precariedad laboral, etcétera.

En medio de estafas a gran escala, de escándalos políticos, de famoseo televisivo y de precipitación navideña se nos pide que vivamos en 30 metros cuadrados, no sobrepasemos los 60 litros diarios, ahorremos energía y nos comportemos como seres civilizados no defraudando a las arcas públicas.

Mientras, el "buen talante" evidencia un atasco insuperable y una falta de ideas tal, que se pierde el tiempo en recordar errores del "aznarismo" en vez de intentar corregirlos. La esperanza que el "buen talante" despertó hace unos años se torna en desencanto y desesperación crónica. ¿Y todavía nos sorprendemos? Menos mal que nos queda TVE, la cual ¿por fin es imparcial?

Entre tanta incompetencia de nuestros insignes políticos consolémonos: ¡No hay mal que cien años dure! ¡Afortunadamente!

Balbina Piñeiro Carballo - Vigo