El oficio religioso, que comenzó a las 11.00 horas (14:00 GMT) fue encabezado por el obispo general castrense, Juan Barros, quien se refirió a Pinochet como ex Jefe de Estado y destacó la figura de su esposa, Lucía Hiriart.

Además, el sacerdote pidió perdón por los errores que pudo haber cometido Pinochet y afirmó que el golpe militar de 1973 se produjo por las "situaciones complejas" que vivía el país durante el gobierno del extinto presidente Salvador Allende (1970-1973).

Sus palabras fueron aplaudidas efusivamente por los asistentes, que recibieron, sin embargo, con pifias e insultos a la ministra de Defensa, Vivianne Blanlot, la única representante del Gobierno en las exequias, quien no saludó a la familia del fallecido.

La ira de los seguidores de ex dictador se dirigió también contra la ausente presidenta Michelle Bachelet, quien decidió no otorgar honores de Estado a Pinochet.

Blanlot, cuya presencia en la ceremonia había sido rechazada previamente por la familia, llegó acompañada por los comandantes en jefe del Ejército, La Armada, la Aviación y el director de Carabineros.

Sin embargo, durante el ritual de la paz en la misa, la hija menor de Pinochet, Jacqueline, tendió la mano a la ministra de Defensa.

Posteriormente los nietos del fallecido ex gobernante realizaron las lecturas bíblicas durante el oficio, que congregó a cerca de 3.000 personas.

Entre ellas, además de la familia, se encontraban ex ministros de su gobierno, militares en retiro, amigos y sus partidarios.

Durante el oficio religioso el ataúd de Pinochet estuvo cubierto por la bandera chilena y sobre ella su uniforme de gala, las condecoraciones y su gorra.

La ceremonia sigue con una serie de discursos, entre ellos el de tres nietos, uno de ellos llamado Augusto Pinochet, cadete de la Escuela Militar, quien justificó que su abuelo asaltara el poder con las armas en 1973.

También hablaron su hija Lucía Pinochet, el empresario Hernán Guillof, el ex ministro de su gobierno Carlos Cáceres y el general retirado Juan Guillermo Toro, además del comandante en jefe del Ejército, el general Oscar Izurieta.

Posteriormente, su cadáver será llevado al patio de honor de la Escuela Militar en una cureña, presidida por un caballo sin jinete, símbolo de la pérdida de un alto oficial, tras lo cual se le rendirán los honores militares, que incluyen tres descargas de artillería.

Tras cumplir con el protocolo, el general Izurieta entregará a la viuda una bandera de Chile.