El castigo físico de los padres a los niños sigue siendo una triste realidad. Según recoge un informe que la ONG Save the Children hizo público ayer, el 58,9 por ciento de los españoles considera necesario pegar a un menor en alguna ocasión para educarle y el 47 por ciento de los niños cree que sus progenitores tienen derecho a pegarles. La reforma del Código Civil para evitar estas prácticas es la principal exigencia del colectivo.

El informe de Save the Children es una comparativa de los patrones de castigo físico y psicológico que se ejerce contra los más pequeños en catorce países de los cinco continentes, entre ellos España. "En todos los países se consideraba que los castigos eran algo propio de su cultura, pero se pega de la misma manera en España, Perú, Vietnam o Panamá", explica la responsable del informe, Pepa Hornos.

"La gente sigue justificando el castigo de los padres", explica Save the Children, que ve muchas similitudes en los castigos que se emplean en todo el mundo y en España, delata, existen al menos una veintena de formas de castigar a los hijos. Los castigos más comunes son la bofetada, el azote, golpes en la cabeza, sacudidas, insultos, gritos, amenazas, tirones de pelo y pellizcos, pero también otros aún más graves como golpes con el cinturón, comparaciones y humillaciones, motes, miradas silencios e incluso encierros a oscuras.

Tanto Save the Children como el Defensor del Menor de la Comunidad de Madrid, Pedro Núñez Morgades, exigieron la reforma del Código Civil, concretamente de su artículo 154, que contempla la posibilidad de los padres de "corregir razonable y moderadamente a los hijos", para evitar que los padres sigan utilizando el castigo físico en la educación de sus pequeños. El Consejo de Europa ya ha instado a España a que modifique la normativa y la secretaria de Estado de Asuntos Sociales, Familia y Discapacidad, Ampara Valcarce, ya adelantó hace un año que el Gobierno lo estaba estudiando.

Tanto la ONG como Núñez Morgades creen necesario un cambio cultural para perseguir estas prácticas y que se impliquen todos los agentes sociales para evitar el castigo físico en el hogar. Save the Children reclama otras medidas como la creación de una red social de apoyo, la formación de los padres por medio de cursos y medidas que faciliten la conciliación de la vida familiar y laboral.