Como profesional del sector, y ante la noticia aparecida en los medios de comunicación el pasado 1 de septiembre de 2005, no desearía dejar pasar esta oportunidad, siempre y cuando la dirección de este periódico tenga a bien publicármela, de matizar alguno de los comentarios o afirmaciones, que en la misma noticia se vierten.

Publicar a los cuatro vientos y en los diarios de mayor tirada de nuestra Comunidad Autónoma, que la Asociación de Empresarios del sector Instaeléctrica y la Cruz Roja, manifiestan firmar un acuerdo para preparar a inmigrantes sudamericanos como profesionales electricistas, ante la falta de éstos en la comarca de Vigo, me parece un incalificable insulto, y al que espero den soberana y adecuada respuesta las centrales sindicales.

Sin embargo y personalmente deseo decir que el problema de que los profesionales electricistas ya existentes, así como aquellos que cada año van saliendo titulados de las Escuelas de Formación Profesional, no pasen a formar parte de las plantillas de diversas empresas de electricidad de nuestra Comunidad Autónoma, exclusivamente se debe a dos aspectos sumamente importantes, y que nuestro sector empresarial parece no querer verlo: el trato y el salario.

El trato: La inmensidad de las veces, para nada se tiene en cuenta su capacidad profesional, sus años de estudios y su experiencia; en definitiva, su verdadero currículum vitae. Sólo se le contrata por la necesidad del momento, por la urgencia del trabajo a desarrollar y sólo se considera su disponibilidad y servidumbre, por lo que demasiado a menudo se le obliga a desarrollar de manera exageradamente reiterativa trabajos que deberían estar destinados para personal sin capacitación profesional alguna.

El salario: He aquí la clave de la cuestión y que para entenderlo harán falta explicar varios aspectos que lo integran:

1º.- La inmensa mayoría de las empresas de electricidad de la provincia de Pontevedra y hasta de nuestra Comunidad Autónoma, pertenecen al convenio colectivo del metal provincial, o lo que es lo mismo, de aquellas empresas cuyas plantillas no superan los 100 trabajadores.

2º.- De todos los convenios provinciales del metal del Estado español, el de la provincia de Pontevedra es el más bajo o de los más bajos del rol nacional.

3º.- A pesar de todo ello, las empresas, salvo raras y conocidísimas excepciones no respetan para nada el articulado del convenio a la hora de cumplir con sus obligaciones salariales con sus trabajadores. Sólo utilizan todo lo especificado en aquél, para obligar a cumplir lo más estricto y negativo del mismo.

4º.- La jornada laboral, el valor de las horas extraordinarias, los pluses de nocturnidad, los pluses de penosidad, toxicidad y peligrosidad, las dietas de viaje y transporte, etcétera.

Por lo expuesto, cada uno de nosotros puede fácilmente imaginar lo que ocurre cuando en una obra de determinda envergadura coinciden diversas empresas eléctricas de distintas comunidades autónomas, y dónde las diferencias salariales a igualdad de categoría y jornada laboral son abismales. Lo que a cada uno en su cerebro se le ocurre, es aquí impronunciable.

Por eso mismo, reconocidos buenos profesionales electricistas en el poco tiempo que han estado trabajando en estas empresas de la provincia de Pontevedra, prefieren hoy estar apretando tornillos, aparcando coches, estuchando caramelos o realizando tareas de limpieza, porque al menos en esas empresas se les respeta el convenio colectivo del sector y se les paga un salario digno con respecto a la jornada que realizan.

Que le pregunten sino a un profesional con FP 3 terminado, con nota de sobresaliente en los cursos de robótica y neumática y que después de haber dejado su currículum vitae por la casi totalidad de las empresas de nuestra comunidad autónoma, hoy se encuentra de aparca coches, dado que es dónde mayor salario cobra y dónde mejor trato recibe.

Manuel Landeira Troitiño - Tui