Hace pocos días volvió a España Lourdes Muñoz, la diputada del PSC que sobrevivió en Nueva Orleans al huracán "Katrina". La parlamentaria se quejaba de la pésima gestión de las autoridades estadounidenses. Sin embargo, su declaración más significativa fue un "descubrimiento" desconcertante, como europea y defensora del Estado de Bienestar: los que más sufrían "no esperaban nada de Bush; no están acostumbrados a recibir cobertura pública".

Muñoz daba con la clave del asunto. Los medios y la mayoría de comentaristas españoles (así como las élites de Nueva York y Washington) demandaban responsabilidades a la administración Bush por su presunta incompetencia. Pero la última evaluación de los norteamericanos sobre la gestión de Bush tras el "Katrina" informaba de que un 38% no responsabilizaba a nadie del desastre y tan sólo un 13% culpaba al presidente. ¿Cómo es posible, se pregunta la opinión pública española, el país de la UE con un sentimiento más desfavorable hacia EEUU, según El País?

La respuesta estaría en lo que podemos definir como "espíritu norteamericano". La responsabilidad individual, el que uno mismo es dueño de su propio destino, está tan arraigada en EEUU que les resulta "exótico" que el Estado intervenga para controlar o cambiar las cosas. En Europa (no digamos en España), se piden ayudas y subvenciones al Estado para casi todo (incluso para Fórums de las Culturas, de dudosa rentabilidad). Habría que tenerlo en cuenta, antes de juzgar la reacción de Bush. O sería mejor reeditar "La democracia en América", de Alexis de Tocqueville, útil para comprender la democracia estadounidense, en lugar de publicar a apocalípticos que culpan a EEUU de todos los males del mundo (Noam Chomsky, por ejemplo, gran lingüista pero nada más).