Una portada de periódico español tiene en estos días casi nada o nada que ver con la portada de cualquier otro diario europeo. Mientras que en el resto del Continente el inicio del curso político está marcado por cuestiones económicas directamente relacionadas con lo que preocupa a los ciudadanos, en España se trata de temas que no importan a nadie, incluso es dudoso que a quienes se ven afectados directamente por asuntos como el blindaje de la financiación en el nuevo Estatuto catalán, las negociaciones sobre el Cupo vasco o la OPA de Gas Natural sobre Endesa.

¿Alguien ha hecho la prueba de colocarse con cámara y micrófono en un semáforo de Cibeles y preguntar a la gente por el cupo vasco o el Estatuto catalán? El divorcio entre políticos y ciudadanos está consumado mientras el Gobierno no sepa explicar lo que está haciendo. Aparte de subir y bajar las escaleras del Palacio de La Moncloa dando la mano y sonriendo a sus visitantes, ya sea Ibarretxe o Rajoy, nada sabemos de lo que nos ofrece el presidente del Gobierno para este curso.

Además de preocuparse por satisfacer a nacionalistas vascos o catalanes, ya sea interviniendo en el futuro de las empresas privadas a voluntad del tripartito catalán, o enviando grandes cantidades de euros bajo la mesa al Ejecutivo vasco, todo lo ignoramos sobre los planes del Gobierno central. Los carburantes no paran de subir, el paro repunta, la inflación galopa, el número de inmigrantes se multiplica, por el lado positivo la bolsa sigue alcista y el optimismo ciudadano se traduce en más hipotecas, más endeudamiento. Y el Gobierno, ajeno a todo, sigue en lo suyo: el blindaje catalán, el cupo vasco y monsergas variadas.