¿Qué es una nación? Tal vez un conjunto de personas que entre sí encuentran similitudes pese a la riqueza de su invidualidad. Tal vez un sentimiento, que se transmite de generación en generación pese a que ya nadie sepa cómo se originó. También se es nación por oposición al otro, aunque eso no implique necesariamente conflicto. Y por todo ello es nación el Celta, nación con su pueblo y sus símbolos, banderas, mitos. Pero no himno.

Balaídos presentó un aspecto extraordinario, gracias en gran medida a la aportación de los seguidores madridistas. El Real Madrid también puede ser nación, aunque difusa, sin límites territoriales en la Liga. La mitad del país se proclama merengue, incluso gente que jamás ha pisado la capital ni tiene parientes. Es comprensible. A todo el mundo le gusta sentirse ganador en su vida. Los madridistas de ayer, adolescentes exaltadas, jubilados de los tiempos de la emigración y Di Stéfano, cuarentones convencidos, se definen por la victoria. Los célticos entre los que se sentaron, en buena convivencia, se definen por el dolor. La nación es en muchos casos melancólica.

El fútbol aprendió de la política. Copió las banderas, la heráldica, los cantos. Cada club tiene el suyo. El Real Madrid cambió en el año del centenario la clásica oda al bélico adalid por el trino de Plácido Domingo y su campo de estrellas. El Celta tiene el "Hala Celta, a demostrar" de bufandas al viento, bufandas que ayer esperaron en vano. La megafonía estuvo silenciada por algún problema técnico (que se solucionó al descanso). Ni siquiera se anunció que el minuto de silencio le correspondía a Antonio Ramilo, aquel alcalde que mandó que la policía detuviese a un árbitro por perjudicar al Celta. Hoy habría hecho fusilar a Teixeira Vitienes al amanecer, sin juicio previo.

Así que el celtismo, huérfano de himno, cantó el lema que más se ha torcido en la historia, creado para exaltar a un equipo y convertido por los rivales en arma arrojadiza: "Así, así, así gana el Madrid". Y así pierde el Celta, a pecho descubierto y con su gente orgullosa camino de casa. "Mañá venceremos nos".