Los biólogos marinos han asumido desde siempre que los cetáceos tienen tales dotes naturales para sumergirse a grandes profundidades, que su adaptación al océano les protege contra el síndrome de descompresión, pero ni siquiera ellos están libres del mal al que teme todo buceador. El Instituto Universitario de Sanidad Animal de Las Palmas de Gran Canaria (IUSA) publica este mes en la revista Scientific Reports, del grupo Nature, los primeros dos casos de muertes naturales de cetáceos por descompresión.