Los peores augurios para la flota gallega se confirmaron ayer. El Consejo Internacional para la Exploración del Mar (ICES, por sus siglas en inglés) redobló su presión sobre la pesca de sardina con su recomendación de vetar la pesca de la especie en las aguas atlánticas de la Península Ibérica durante 2018. El organismo encargado de asesorar a la Comisión Europea sobre los niveles sostenibles de pesca los justifica por la necesidad de poner en marcha un plan de choque que permita poner fin al fuerte desplome que viene sufriendo la población de esta especie, para la que ahora manejan "unas perspectivas más pesimistas".

Aunque sus recomendaciones no son vinculantes y que la especie no se encuentra sometida a cuota, la postura del ICES marca el camino al plan de gestión conjunto que deben poner en marcha las autoridades lusas y españolas, en el que pactarán el volumen de capturas para 2018 con la vigilancia de Bruselas. El cerco gallego avanza que "dará batalla" para lograr que el acuerdo final se acerque a los volúmenes de capturas de 22.700 toneladas registradas en 2016.

"Esperemos que no se lleve adelante la medida porque sería una barbaridad y pondría contra las cuerdas al cerco gallego después del TAC a la caballa [que se saldó con el recorte de un 20%]" denuncia Andrés García, portavoz de la Asociación de Armadores de Cerco de Galicia (Acerga). El primer paso lo dio ayer la Ministra do Mar lusa, Ana Paula Vitorino, al comunicar que el ejecutivo luso propondrá en las negociaciones que el límite de capturas se establezca "entre las 13.500 y las 14.000 toneladas" en las zonas VIIIc (Mar Cantábrico y noroeste de España) y IXa (costa portuguesa).

La medida amenaza con asestar un nuevo golpe al cerco gallego, que ve en la especie su segunda captura más cotizada y que, en el año, ha reportado unos ingresos de 5,9 millones de euros con las descargas en las lonjas gallegas. Unas cantidades que podrían verse volatilizadas si las recomendaciones del ICES mandan sobre las negociaciones entre España y Portugal.

La postura del organismo asesor no es nueva. Según los cálculos elaborados por el organismo para esta región sería necesario mantener las capturas a cero durante quince años para llevar la población de esta especie hasta los niveles que considera como "aceptables".

Sin embargo, la vía sugerida para hacer frente al descenso de sardinas en estas aguas no es la acertada según detalla García. "Los propios científicos reconocen en sus informes que este problema no se debe a un aumento de la mortandad, sino a otros factores que nada tienen que ver con la evolución de las capturas", argumenta. El propio ICES reconoce que aún vedando la pesca de sardina el próximo año y, por tanto, reduciendo a cero el impacto de la pesca, la población de sardina continuaría a la baja.