Las aguas que envuelven al Cono Sur, en Sudamérica, representan uno de los caladeros más importantes del mundo y de los principales para la flota gallega. En aguas argentinas existen unos 60 buques de capital gallego, mientras que otros 40 lo hacen por su parte en Malvinas. Su pesca está controlada y regulada por las autoridades de cada Gobierno. Sin embargo, existe otra flota cuya actividad no está contabilizada, ni en cuanto a número de buques ni de pesca en sí. Son los barcos que faenan en alta mar, cuya actividad ha sido criticada ahora por Malvinas, que entiende que tiene un efecto negativo en los stocks.

El responsable científico de las pesquerías del gobierno malvino, Alexander Sasha Arkhipkin, opina que este tipo de flota "a menudo no está regulada" y la información que se dispone de ella es "muy limitada", de tal forma que tan solo existen estimaciones sobre el número de pesqueros que pueden llegar a operar en estas zonas. En la confluencia de la Zona Económica Exclusiva (ZEE, hasta las 200 millas desde la costa) de Argentina y Malvinas se cuentan en cientos los buques que operan allí.

Por otro lado, Arkhipkin también alerta de que no existe información sobre la cantidad de capturas que realizan estas embarcaciones, ni sobre la "composición de especies y tamaños", por lo que podrían estar diezmando la población de una especie sin que los responsables pesqueros de los países aledaños sean conscientes de ello. Como recoge el medio isleño Penguin News, el científico participó la semana pasada en una jornada organizada por el Instituto del Mar del Perú (Imarpe), país que también comparte esta preocupación por la rica pesca de potón. La ponencia de Arkhipkin se centró en los ciclos de vida de los calamares y su implicación para la gestión de stocks al inicio del taller, algo que conoce bien por la importante pesquería de calamar que tiene Malvinas.

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En este sentido, durante el taller se puso de relieve que recientemente un gran número de pesqueros extranjeros están pescando potón en el Pacífico de manera descontrolada más allá de las 200 millas. El número de poteros asciende a unos 300.

La misma problemática tiene Argentina. Sus aviones y barcos de vigilancia están acostumbrados a ver "ciudades" por la noche, cuando este tipo de barcos (en su mayoría asiáticos) iluminan el agua con sus potentes focos, con los que aturden a los calamares. No son pocos los incidentes registrados por la Prefectura con barcos que entran en aguas argentinas.

La proliferación de este tipo de buques se debe, principalmente, al constante aumento de la flota asiática, especialmente de China, y sobre todo a la expansión del país en países clave para el desarrollo de su actividad. Este es el caso de los recientes ejemplos publicados ya por este periódico en países como Uruguay, Guinea-Bisáu, Mauritania o Cabo Verde, donde empresarios del país asiático echan raíces y se lanzan a la construcción de muelles, factorías y todo tipo de instalaciones para abastecer a este tipo de barcos. Una situación que, sin duda, preocupa a los armadores españoles que llevan años trabajando en estos caladeros de los que ahora se ven desplazados.