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Los efectos de la política pesquera comunitaria

La flota europea desecha 84.000 toneladas de cuota mientras Galicia clama por un reparto justo

-Solo en cuatro especies dejó sin faenar pescado por más de 300 millones de euros en 2016 -La de Bélgica, Francia, Dinamarca y Holanda, las que menos aprovechan los cupos en la UE

El rape es la especie de mayor valor comercial para la flota que opera en Gran Sol. El jueves el pósito de Vigo subastó cerca de 24 toneladas de esta especie a un promedio superior a los ocho euros. Pongamos por ejemplo que la lonja viguesa hubiese vendido 6.300 toneladas de rape en un año: la flota habría facturado 50,4 millones de euros, que es casi siete veces lo que generan los barcos de cerco. El problema es que la flota española (principalmente gallega) apenas dispone de 3.300 toneladas de rape en Gran Sol porque así se fijó en 1986 y porque nunca se cambiaron los criterios de reparto. Las 6.300 mencionadas antes no pueden ser más que una hipótesis porque se trata de las toneladas que dejaron sin faenar Francia y Bélgica. No se pescan, ni se pueden reservar para el año siguiente, pero tampoco se alquilan. Se pierden mientras los barcos gallegos se convierten en unos de los menos rentables de Europa por la falta de posibilidades de pesca. Solo en cuatro especies (rape, merluza, solla y cigala) los Estados más beneficiados desde 1986 dejaron sin utilizar casi 84.000 toneladas el año pasado; habrían alcanzado un valor comercial de más de 300 millones.

Es información de la Comisión Europea, que publicó esta semana la ratio de utilización de las cuotas correspondientes al año 2016. El caso belga es muy ilustrativo. Como avanzó FARO la de este país es una de las flotas más rentables, con solo 80 barcos (cuatro de ellos inactivos) y 125.000 euros de valor añadido bruto por tripulante. Galicia tiene más de 4.400 pesqueros registrados que generan tres veces menos rentabilidad que los de Bélgica. Mientras toda la flota española (no solo gallega, que supera las 9.000 embarcaciones) dispone de 3.238 toneladas de rape en Gran Sol, los 76 buques activos de Bélgica tienen para sí solos más de 2.800 toneladas. Tocarían a 36 toneladas por barco, por los 300 kilogramos escasos de los españoles.

La "subutilización" de cuotas enoja a la Cooperativa de Armadores de Vigo (ARVI). "No sabemos cómo explicarlo ya, se tiran a la basura porque nadie puede pescarlas", lamenta su director gerente, José Antonio Suárez-Llanos. Solo en rape y solo Francia dejó sin pescar el año pasado otras 5.155 toneladas de esta especie. Según los cálculos de la asociación viguesa las empresas galas intercambiaron cuotas y rebajaron la cifra de posibilidades de pesca no utilizadas a las 3.179 toneladas. Habrían dejado 16,5 millones de euros en las lonjas gallegas si Bruselas y el Gobierno español articulasen un mecanismo para poder arrendarlas. A día de hoy, se quejan en ARVI, no pueden hacerlo. El comisario de Pesca, Karmenu Vella, asegura -como publicó FARO en exclusiva- que los intercambios son competencia única de los Estados miembro.

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La estabilidad relativa

El criterio de reparto de 1986 nació cinco años antes con un pacto entre Francia y Reino Unido y acabó haciendo de estos países (con Bélgica, Holanda, Dinamarca y Alemania) los mejor parados en cuanto a posibilidades de pesca. Y estos son los Estados que menos las aprovechan porque ni tienen flota industrial para hacerlo ni interés comercial en ellas. Pero, aún así, no hay interés en modificar este sistema, algo para lo que sería necesario el consenso de todos los países.

"De toda la vida se sabe que sobran cuotas porque la estabilidad relativa genera muchos excedentes", apuntan fuentes del sector. "A día de hoy el 50% del rape [por el que llega a Vigo] viene de Francia". Por eso sus sobrantes han caído. Cuando se fijó el actual sistema de reparto a la flota gala se le asignaron 19.500 toneladas de rape en Gran Sol cuando sus capturas reales no llegaban a las 1.500 toneladas. Pero la venta a España le reporta muchos beneficios, de ahí que ahora la explote (aunque no tenga interés comercial en la especie para su consumo interno), y además en la última década logró que once arrastreros de Vigo asumiesen la bandera gala. Es un país que sí tiene sobrantes para repartir; sus barcos son dos veces más rentables que los gallegos. "Ellos quieren raya para hacer intercambios a cambio de rape", explica Suárez-Llanos, "pero a nosotros no nos sobra raya" para hacer el trueque. "Es la pescadilla que se muerde la cola".

Los armadores gallegos están convencidos de que los sobrantes son un as en la manga de países como Francia, Reino Unido o Dinamarca para captar actividad y, en el caso de Irlanda, para engordar su volumen de descargas y alimentar el sector transformador. Solo los daneses dejaron sin pescar (sin tener en cuenta los posibles intercambios) casi 4.300 toneladas de cigala, que en lo que va de año se ha pagado a 16,3 euros el kilo. Por contra a España solo se le asignaron el 6% de posibilidades de pesca de esta especie en Gran Sol. Fue hace más de treinta años. Y hasta hoy. Solo con lo que no utilizó Dinamarca el puerto de Vigo habría ingresado 70 millones de euros, casi lo mismo que la treintena de espaderos congeladores que operan en la ciudad. "El que no se promuevan los intercambios es algo político. A nivel de empresas sí hay acuerdos pero nadie se atreve a decirlo".

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