La industria conservera ha hecho de la optimización de costes y procesos una de sus máximas para poder competir con garantías en un mercado globalizado. Ahorro energético, reducción de sobrantes, reutilización de especies accesorias (o by catch), diseño de procesos logísticos... Con el añadido, en el caso de algunas empresas, de haber aplicado tecnología desarrollada para la industria de la automoción para incrementar sus resultados. Es el caso de Jealsa, una de las principales interproveedoras de Mercadona, que en los últimos tres años ha ejecutado un plan de inversiones para incorporar maquinaria especializada en cortes por ultrasonido, visión artificial o cocido por altas presiones. El objetivo final pasa por "competir con tecnología frente a países con mano de obra barata".

El corte por ultrasonido permite un mayor aprovechamiento de los lomos de atún, y había sido estudiado ya por la vasca Azti Tecnalia. La máquina incluye una parte eléctrica y otra acústica: el generador crea una serie de impulsos regulares y la parte acústica los transforma en vibraciones. A diferencia de los lomos de atún que se cortan de forma manual, el ultrasonido ofrece un resultado homogéneo y una pieza compacta, además de limitar casi por completo los residuos de corte. La visión artificial se ha aplicado a la localización del sangacho, que es la parte más oscura del atún. La industria lo descarta habitualmente porque su sabor dista del resto del pescado, aunque también se utiliza como subproducto.

En la Conferencia Mundial del Atún se abordó también la evolución de toda la cadena atunera, también a bordo, con la utilización de drones para la localización de bancos atuneros (respuesta que ofreció Marine Instruments) o la clasificación de atunes por tamaño. En este segundo aspecto destacó la presentación del Tunascan, una máquina desarrollada por las viguesas Hermasa y Marexi que incorpora la tecnología de escaneado para la clasificación de los peces. El Tunascan permite, según sus creadores, eliminar los errores del "factor humano" y la clasificación de piezas de hasta 80 kilos con una velocidad de 50 toneladas por hora. "Tras el escaneo, la línea distribuye y estiba las piezas en contenedores específicos según los criterios del cliente". Además, con el procesado 3D (automatizado) y la clasificación por talla y peso en contenedores específicos se "elimina el error humano y se reduce el riesgo laboral".

Retos

El director general de Calvo para Europa, Alberto Encinas, citó a la innovación como "pilar de crecimiento", criterio que compartió con el consejero delegado de Conservas Garavilla, Juan Corrales, y el responsable de Marketing Internacional de Bolton Alimentari, Luciano Pirovano. "La sombra del nombre conserva no nos ayuda, tenemos que explicar que nuestros productos no llevan conservantes", enfatizó Encinas. Los expertos coincidieron también en señalar el envejecimiento de la población como un reto adicional para la industria, sumado a la "atonía económica" y a la concentración del retail, que deriva en un menor abanico de compradores y una presión por hacerse un hueco en los lineales.

"La sostenibilidad puede crear valor", defendió Pirovano, convencido de que los usuarios demandan cada vez más productos elaborados con garantías durante toda la cadena productiva. Como amenazas citó el riesgo de convertirse en una commodity, la percepción de que la conserva está pasada de moda, la sostenibilidad y el incremento de costes. La tonelada de atún, especie con elevada volatilidad en materia de precios, supera a día de hoy los 2.500 dólares.