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Situación crítica

El delicado estado de la sardina redujo sus descargas en Galicia un 74% en diez años

-Desde 2006, la especie frenó su recuperación cíclica y el "stock" ha bajado desde entonces -El valor alcanzado por el producto en lonja bajó casi un 40% y lleva tres años en 6 millones

La sardina ibérica ( Sardina pilchardus) se encuentra en estos momentos en cuidados intensivos. Los científicos están alarmados y sus recomendaciones no hacen más que provocar pavor entre el sector pesquero gallego que se dedica a capturar esta especie. Los investigadores observan que desde el año 2006 la especie no ha sido capaz de mantener su recuperación cíclica y, por tanto, el stock ha mermado hasta tal punto que señalan que 15 años sin pesca alguna de la especie no serían suficientes para su mejoría. Mientras, desde ese año las ventas en las lonjas gallegas se han desplomado un 74% y el valor alcanzado por el producto bajó casi un 40%, hasta los 6,58 millones el año pasado.

Tras el aumento en 7.000 toneladas del tope fijado para Portugal y España de aquí al 30 de noviembre anunciado el lunes en el BOE, el cerco gallego -formado por unos 150 buques- respiró aliviado. No comparten la visión de los científicos, asegurando que la especie se encuentra "en buen estado" en la costa gallega y recordando que sin la sardina perderían una de las cuatro patas sobre las que se sustenta su segmento de flota.

Tras el jurel, especie principal en cuanto a volumen (las lonjas recibieron el año pasado 27.966 toneladas), y la xarda (o caballa, 7.699 toneladas), la sardina es la tercera por cantidad y valor, al superar los 6,58 millones de euros por las 4.374 toneladas descargadas. Sin embargo, solo la anchoa (806 toneladas) supera el precio medio alcanzado por la sardina, situado en 1,51 euros el kilo frente a los 2,43 del bocarte (debido sin duda a la escasa cuota). Fuera de esta lista se encontraría como quinta especie la xarda pintada -o cabalón-, que no está sujeta a tope alguno y su pesca se disparó en los últimos años (22.629 toneladas con un precio medio de 0,54 euros el kilo solo en 2016).

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Esta situación era diferente hace una década, cuando la población de la sardina empezaba a mostrar síntomas de flaqueza en aguas ibéricas. En 2007 se llegaron a descargar 16.714 toneladas de sardina, tan solo 334 menos que de xarda y muy por encima de la anchoa y del cabalón. Desde aquel año las bajadas fueron continuas en el volumen de descargas en las rulas gallegas (salvo tres pequeñas remontadas en 2010, 2014 y 2016). Hace diez años se descargaron 12.340 toneladas más que a cierre del año pasado, una cantidad que con el precio medio actual alcanzaría los 20,7 millones de euros.

Recomendación

Más allá de su valor para el sector, las propiedades nutricionales (al igual que todo pescado, como defiende el sector) y saludables (un estudio reciente señalaba que su consumo habitual ayuda a combatir la diabetes), la sardina tiene un componente cultural con un fuerte arraigo tanto en Galicia como en el país vecino, sobre todo durante las épocas de primavera y verano, cuando es considerado un manjar.

De ahí que la recomendación del Consejo Internacional para la Exploración del Mar (ICES, en sus siglas en inglés) encargada por la Comisión Europea sentara como un jarro de agua fría. Los resultados fueron claros: el plan de gestión de España y Portugal no funciona y es necesario actuar. En este supuesto, los armadores prevén dos posibles situaciones. Por un lado, que se imponga un veto a la pesca que opinan que no sería de los 15 años que recomiendan los científicos. Por otro, el establecimiento de un total admisible de captura (TAC) muy bajo, algo que los dos países de la península ibérica trataron de evitar a toda costa.

Además, desde la Asociación de Armadores de Cerco de Galicia (Acerga) señalan que un reparto en base a los históricos de capturas no favorecerían a la flota gallega, puesto que los cerqueros lusos pescaron históricamente entre un 60 y un 65 por ciento del tope establecido entre ambos países.

En cualquier caso supondría una pérdida adquisitiva para una flota que se siente maltratada tanto desde la propia CE como del Gobierno español por los sucesivos planes de gestión en el Cantábrico Noroeste.

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