La paulatina implantación de la normativa de descartes -que obliga a llevar a puerto todas las capturas- contemplada en la Política Pesquera Común (PPC) deja al sector sin saber qué hacer con las especies que hasta la fecha sí podían tirar por la borda. Con la intención de buscar una respuesta a estas dudas nació el proyecto Valdescar, liderado por la Asociación de Armadores de Marín y el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), en el que se investigaron seis especies de las que extraer músculo de pescado con destino a la industria de elaborados. Entres ellas destacan sobretodo la bacaladilla y el jurel, de las que el año pasado se descartaron un 30% en el sector arrastrero de la asociación.

Los líderes del proyecto lograron extraer el llamado mince -músculo de pescado- de estas dos especies y también de la escarapota, rubio, faneca y caballa. Además, lograron el visto bueno de cinco empresas transformadoras (la manchega Cabezuelo y las gallegas Cabomar, Marfrío, Clavo y Congalsa), por lo que los armadores esperan que llegue "más pronto que tarde al consumidor", según el gerente de los armadores, Juan Martín Fragueiro.

Durante la presentación que tuvo lugar ayer en el Instituto de Investigaciones Marinas (IIM), Fragueiro explicó que la bacaladilla es un objetivo principal debido a su "situación de buena salud biológica" y a la importante cuota que cada año tiene España para esta especie, situada en el entorno de las 32.000 toneladas, que nunca se llegan a consumir. "Queremos ofrecer un incentivo a los armadores para pescarla y lograr un mayor aprovechamiento", indicó.

A través de un estudio realizado con ocho arrastreros de litoral de la asociación, Valdescar obtuvo unos resultados sobre los descartes que tuvieron el año pasado. En total, tiraron por la borda 428.243 kilos de pescado que no tenían el tamaño suficiente o estaban dañados, lo que deja una visión clara de las especies que más se descartan en la actualidad en este tipo de arte. Así el jurel lidera la lista con un 15,3%, seguido de la bacaladilla (14,8%), el ochavo (11,%), la caballa (11,71%) y el patelo (11,26%). De especies de gran interés comercial como la el gallo o la merluza los porcentajes son menores: 6,69% y 4,27%, respectivamente.

Surgido en 2015, el proyecto se centró en las especies estudiadas por atendiendo al interés de los armadores, las propiedades nutricionales, las características físico-químicas y organolépticas, la masa crítica -potencial para ofertar a la industria- y la estabilidad en el aprovisionamiento de esas capturas.

En el acto estuvieron presentes tanto miembros de la industria como armadores, que posteriormente participaron en una cata en la que pusieron nota a los elaborados.