La actividad extractiva de la navaja a partir del próximo 1 de enero está rodeada de incertidumbre en varias zonas de Galicia. La razón estriba en los requisitos que deben incluir los planes de seguridad vinculados a esta pesquería, que tienen que ser aprobados por el Ministerio de Fomento. Esas exigencias son para los profesionales del sector y para las propias cofradías resulta poco menos que inviables y suponen una espada de Damocles. Los patrones mayores de varios pósitos, entre ellos los del plan conjunto de la ría de Pontevedra, han deslizado la intención de no firmar esos planes de seguridad debido a que en caso de cualquier accidente la responsabilidad recaería sobre ellos. Sin esa firma el colectivo de navalleiros no podrían salir al mar o bien tendrían que volver al sistema anterior, de inmersión en apnea.

Hoy mismo se celebra en Arcade una reunión de la Federación Provincial de Confrarías de Pontevedra, donde se darán explicaciones de la reciente reunión mantenida con técnicos de Fomento. Luego se celebrará una reunión conjunta en la federación autonómica y la intención del sector es sentar en la misma mesa a Fomento y la Consellería do Mar.

La actual normativa requiere la presencia de un jefe de equipo, un patrón, un buceador de socorro y otros dos en el agua que serán los que se encargan realmente de recoger la navaja. "Eso implica que como mínimo a bordo de cada barco tiene que haber cuatro personas y eso es completamente inviable. Cada embarcación es una empresa distinta y lo normal es que como mucho a bordo vayan dos personas, con su correspondiente cuota", argumentan.

En caso de que las cofradías no suscriban esos planes se podrían encontrar con serias dificultades para trabajar, como admite el presidente de la Federación Provincial de Confrarías, José Antonio Gómez, que reconoce que entre los pósitos hay "reticencias". Sin el plan los buceadores que se dedican a la navaja e incluso al erizo no podrían salir a trabajar. "É necesario un cambio de regulamentación", sostiene Gómez.