"Es un notición". Ángel Guerra, científico del Instituto de Investigaciones marinas-CSIC de Vigo y uno de los mayores expertos mundiales en la materia, celebra que el calamar gigante varado en la playa coruñesa de Bares el pasado viernes pudiese ser fotografiado pocas horas antes y todavía con vida por un aficionado. Es la segunda vez que un ejemplar de Architeuthis Dux puede ser retratado en todo el mundo tras el logro alcanzado en 2012 por un equipo japonés en aguas de la isla de Ogasawara. Las valiosas imágenes se traducirán ahora en artículos científicos de repercusión internacional.

"Las fotos tienen un valor extraordinario. No hay imágenes similares en todo el mundo, excepto las de Japón", de un calamar gigante vivo y a muy poca profundidad. Es algo muy importante y exclusivo", subraya Guerra.

Las imágenes fueron tomadas a las 7 de la mañana del día 30 por Javier Ondicol, un vecino de León qe paseaba por las inmediaciones y que esa noche llamó a la Coordinadora para el Estudio y la Protección de las Especies Marinas (Cepesma) tras hacerse público el hallazgo en los medios.

Su objetivo había captado una imagen que persiguen sin éxito durante años muchos científicos. "Luis Laria [presidente de Cepesma] y yo nos quedamos gratamente sorprendidos. Nos contó que el calamar, que todavía tenía los dos ojos, le miró, se giró y entonces cambió de un color pálido al rojo teja. Ha cedido las imágenes al IIM y al Cepesma para que podamos realizar trabajos científicos y de divulgación en publicaciones como Natural Geographic, apunta al investigador vigués.

El calamar gigante de Bares, aún vivo. //Javier Ondicol

El ejemplar es una hembra de 105 kilos de peso y joven: "Por lo que hemos visto hasta el momento y a falta de hacer la autopsia nunca fue copulada por un macho. Y si conservase los tentáculos mediría unos 10 metros".

Guerra participará en la necropsia que en unos días tendrá lugar en las instalaciones del Parque de la Vida, en Luarca, pero las primeras observaciones ya han proporcionado información de gran interés. "Tiene muchas marcas de ventosas en toda la piel y rasguños como los que producirían las mordeduras del pico de otro cefalópodo. Esto nos hace pensar que llegó a la playa tras luchar con otro calamar de su misma especie. Una auténtica lucha de titanes como la que pudo vivir otro ejemplar encontrado en Villaviciosa", explica.

Otra pista que les hace pensar en una pelea es que los tentáculos fueron seccionados por su parte basal, mientras que los calamares capturados por barcos o los que pasan mucho tiempo muertos en el agua los conservan en mayor proporción.

Guerra plantea que el ejemplar podría proceder de aguas cercanas a la fosa de Hércules a unos 700 kilómetros de las costas gallegas y profundidades de hasta 4.000 metros.