Ampliar las bateas de 550 a 900 metros cuadrados de superficie, como se contempla en el plan de modernización presentado por la Consellería do Mar, va a permitir que las cuerdas de cada batea -que seguirán siendo 500 por vivero-, estén más distanciadas entre ellas, lo cual se traduce en una mejor circulación de agua y, consiguientemente, en una mayor captación de nutrientes por parte del mejillón. Pero no solo se beneficia directamente cada batea por disponer de más volumen de agua en cada cuerda, sino que también se brinda una ventaja a los viveros situados detrás, pues aumenta el paso de alimento hacia el fondo de cada ría. En resumen, que con el aumento de fitoplancton disponible para el molusco "se incrementará la calidad del mejillón y la producción por cada cuerda de cultivo".

En el borrador del plan se explica esto diciendo que supone una apuesta por la sostenibilidad medioambiental de los cultivos, "favoreciendo una mejor distribución del alimento en la batea y disminuyendo el efecto barrera que provoca la actual distribución de las cuerdas, por lo que también se verán beneficiados los viveros situados más lejos de la entrada de las corrientes de agua". Y claro, en buena lógica, se beneficiarán igualmente las demás especies existentes en las rías gallegas.