Shanghai Kaichuang Deep Sea Fisheries escogió la conservera Hijos de Carlos Albo para introducirse en el mercado europeo y convertirse en un referente mundial del procesado de túnidos. Su apuesta por la compañía viguesa es a largo plazo y no un periodo de prácticas para llevarse a China el know-how de una compañía fundada en 1869. Por algo se han gastado casi 61 millones de euros y, aseguran, por eso no hay riesgo de deslocalización. Los planes del holding asiático para construir una gran factoría de procesado en Zhoushan se retomarán en cuanto Albo haya cumplido su plan de negocio, con el que espera superar los cien millones de facturación en 2019.

Una delegación de Shanghai Kaichuang visitó ayer al alcalde de Vigo, Abel Caballero, un mes después de haber tomado el control de la conservera. "No hay más expansión ahora que no pase por Vigo y el resto de las fábricas de Albo", explicó uno de los directivos de la saga familiar, Enrique Albo, que se han quedado en la empresa para pilotar la transición. La macroplanta de Zhoushan, como explicó el grupo asiático al supervisor bursátil de Hong Kong y avanzó FARO, costará veinte millones de dólares y ocupará más de 64.000 metros cuadrados. Pero los directivos chinos han querido despejar cualquier temor ante una deslocalización que pudiese afectar a los 300 trabajadores de Albo.

El nuevo consejero delegado adjunto de la empresa, Wang Yong, se mostró satisfecho de su desembarco. "Llevamos un mes con todo nuestro equipo y la plantilla de Albo como una piña", y calificó de "formidable" el cuadro de personal de la conservera. queremos aprovechar las sinergias con la compañía china, que tiene una mayor proximidad a la materia prima. "Tendremos más posibilidades de producción y de exportación, pero mantenemos la insignia de la empresa, que es la calidad", enfatizó. Sobre la posibilidad de acometer futuras inversiones en Vigo, Wong se mostró partidario, pero una vez rentabilicen su inversión. "Hemos invertido mucho dinero y tenemos que desarrollarlo", zanjó.