Los estudios encargados por la Dirección General Marítima (DG Mare) de la Comisión Europea (CE) para evaluar el impacto de la minería submarina, incluida dentro de la Estrategia de Crecimiento Azul de la UE, alertan de que esta actividad extractiva tendrá efectos negativos sobre el sector pesquero, desde el cierre de zonas marítimas hasta posibles daños a determinadas pesquerías comerciales.

El proceso de extracción de minerales a grandes profundidades es el siguiente: un equipo de maquinaria automatizada se encarga de succionar los sedimentos, que son enviados a la superficie a través de un conducto. Ya a flote, los sedimentos son tratados a bordo de un buque para separar los minerales del resto. Después, los residuos son devueltos al mar.

Los tres informes, accesibles a través de la web de la CE, se basan en estimaciones, ya que todavía no existen proyectos de este tipo -a más de 500 metros de profundidad-. No obstante, los expertos indican que este proceso tendrá efectos en toda la cadena alimentaria de los ecosistemas marinos. La modificación de los fondos y los posteriores vertidos contaminantes provocarán, como mínimo, "alteraciones" en las "condiciones lumínicas" que dificultarán el crecimiento del fitoplancton. Un efecto que se extenderá a otras zonas al entrar en contacto con las corrientes marinas. Mientras, tanto el equipamiento submarino como los propios barcos aumentarán de forma exponencial la contaminación acústica en las zonas de extracción, además de suponer un riesgo adicional de vertidos.

Estos efectos repercutirían directamente en la pesca, aunque las consecuencias van más allá. "Los ecosistemas existentes en las zonas de minería submarina pueden incluir hábitats importantes para pesquerías comerciales, así como oportunidades de investigación oceanográfica y de descubrimiento de recursos genéticos o incluso compuestos químicos desconocidos", concluye uno de los informes, de 2014. Los océanos se convirtieron en las últimas décadas en una de las fuentes principales de recursos para la industria farmacéutica.

La minería submarina ya se enfrenta a la oposición de la industria pesquera, los ecologistas e incluso la comunidad científica, que advierte de que el conocimiento sobre los ecosistemas en los fondos marinos todavía es escaso y demanda más estudios antes de realizar nuevas prospecciones. Unos reproches ignorados por la Autoridad Internacional de los Fondos Marinos de las Naciones Unidas, organismo encargado de gestionar estas áreas, que ya licitó al menos 26 permisos de sondeo -la mayoría en los últimos años- a empresas de todo el mundo, que cubren una superficie de más de 1,2 millones de kilómetros cuadrados, según recoge el canal británico BBC. La DG Mare, dirigida en el Atlántico por el alemán Bernhard Friess, también apuesta por esta actividad, aunque insiste en "garantizar" su sostenibilidad.

El crecimiento de la minería submarina está ligado al desarrollo tecnológico, que posibilita la creación de maquinaria automatizada que pueda trabajar a esas grandes profundidades, así como a la creciente demanda de minerales para elaborar productos como smartphones. El informe de 2014 indica, a este respecto, que el reciclaje sería capaz de cubrir una parte "significante" de la demanda de metales en la UE, por lo que recomienda explorar esta posibilidad para determinar la "necesidad" de iniciar proyectos extractivos en aguas comunitarias.