Francisco Buencamino se presentó como un filipino con cara de japonés con nombre español que estudió en Estados Unidos. "Una crisis de identidad", dijo. Una gracia que le sirvió para presentar ante la audiencia de la Conferencia Mundial del Atún los cambios del país para acabar contra la pesca ilegal. Como director de la Asociación de Fabricantes de Conservas de Atún de Filipinas, Buencamino reconoció que su país tuvo problemas con la pesca ilegal y apuntó que esto había sido consecuencia de "lagunas en la legislación". "Ahora tenemos multas más contundentes. Además hemos mejorado mucho en la recogida de datos", señaló el filipino.

Además, señaló que es "alentador" que la Unión Europea retirase la tarjeta amarilla que había puesto a Filipinas. "Nos merecemos un aplauso", dijo con sorna, tras asegurar que seguirán trabajando para luchar contra la pesca ilegal.

Por otro lado, en el congreso estaban presentes tanto la ITF (International Transport Workers' Federation) como la IUF (International Union of Food Workers), que señalaron que por el momento "hay mucho que hacer para garantizar el respeto a los derechos humanos y laborales de los trabajadores del sector pesquero y conservero a nivel global", según señaló Luz Baz, inspectora de ITF para Galicia y Asturias. "Entendemos que la industria del atún ha de ser líder dentro del sector pesquero en luchar por estas garantías", concretó Baz.