El sector de la conserva tailandesa tuvo ayer la oportunidad de defenderse de las acusaciones de pesca ilegal y mala práxis a la hora de capturar, procesar y garantizar la seguridad alimentaria en sus elaborados de atún. La Conferencia Mundial del Atún tuvo entre uno de sus protagonistas a Chanintr Chalisarapong, presidente de la Asociación de la Industria Atunera de Tailandia, que aprovechó su intervención para explicar el modelo de trabajo del país asiático y los cambios que están llevando a cabo para librarse de la tarjeta amarilla que la UE les asignó el pasado mes de abril y que podría conllevar la prohibición de la importación de sus productos pesqueros.

"Nosotros cambiamos la legislación para acabar con la pesca ilegal y destruimos un tercio de los barcos, lo que además conllevó indemnizar a sus dueños. Intentamos asegurarnos además de que los trabajadores tengan contratos. Tailandia apoya las políticas de la UE y de la FAO", apuntó Chalisarapong durante el turno de preguntas.

Sin embargo, el presidente de la patronal se preguntó cómo era posible lograr la sostenibilidad "sin eliminar los barcos antiguos y si tenemos en cuenta que se construyeron más de 50 atuneros en los últimos dos o tres años".

"Trabajamos mucho en este sector y queremos seguir manteniendo el nivel de producción que tenemos en la actualidad. Para ello, queremos que nos ayuden", sentenció el mandatario.