El radio de acción de la búsqueda de los dos tripulantes del Paquito Número 2 que siguen desaparecidos se amplió ayer a ambos lados del faro de Corrubedo. Así, los medios marítimos y aéreos centraron su labor hacia el sur, mientras que por tierra el rastreo se dirigió hacia el norte. Así, desde el aire se hicieron unas pasadas de reconocimiento hasta las proximidades de las islas Cíes, según confirma el alcalde de Boiro, Juan José Dieste Ortigueira. Mientras, por tierra los voluntarios de varias agrupaciones de Protección Civil, policías y guardias civiles peinaron unos 25 kilómetros de costa entre Ribeira y el municipio de Porto do Son.

La búsqueda se centró los dos primeros días en el entorno del faro ribeirense, pero ayer se desplazó tras la localización del pecio y del cadáver de Germán Fernández Triñanes, que apareció flotando entre las islas de Sagres y Sálvora, a unas siete millas y media del lugar del naufragio. Las circunstancias de su localización hacen suponer que falleció a consecuencia de algún golpe en los momentos inmediatamente anteriores al naufragio, pues de haberse ahogado no habría aparecido flotando.

Los marineros que siguen desaparecidos son Santiago Blanco Treus, de 47 años, y Juan Antonio Hermo Torrado, de 38.

A 300 metros de distancia

El Paquito Número Dos no naufragó nada más perder la carga de mejillón que llevaba en la tolva, y se cree que la tripulación intentó maniobrar para recuperar la estabilidad. Esta es una de las conclusiones provisionales a las que han llegado los equipos de emergencias tras las inmersiones realizadas el miércoles por la tarde por los buzos en el lugar del naufragio.

El presidente de Protección Civil de Ribeira, Francisco Sánchez apuntó ayer que el barco estaba al sur de la tolva de mejillón, a unos 300 metros de distancia. Con independencia de que las corrientes marinas pudiesen haber arrastrado algo el buque, esta situación hace pensar, según la misma fuente, que "la tripulación pudo intentar estabilizar el barco tras la pérdida de la carga". Otras fuentes conocedoras de la investigación del naufragio ya apuntaron el mismo día del siniestro que una de las hipótesis que se manejaban era la de que el barco sufriese un golpe de mar al salir de la ría de Arousa y que eso moviese la carga de mejillón, desestabilizando entonces la embarcación y provocando su posterior hundimiento.

El hecho de que en los barcos de batea el llamado "centro de flotabilidad" esté muy alto motiva que un eventual problema con la carga pueda comprometer severamente su estabilidad. Además, se cree que la tripulación no llevaba la tolva amarrada a cubierta por el hecho de que ésta terminó separada del barco.

El pecio está con la quilla posada sobre un fondo arenoso y tras una primera inspección rápida de los buzos no se apreciaron golpes que pudiesen revelar una colisión contra una piedra. Está previsto que los buzos vuelvan el lunes para realizar un examen más minucioso del mismo de cara al posterior informe, puesto que está previsto que mejore la meteorología en la zona.