Cualquier accidente, en especial aquellos con víctimas mortales, marca la historia de un buque. Sea grande o pequeño, navegue por océanos, lagos o ríos será siempre recordado antes por los fatídicos siniestros en los que se vio envuelto -aun sin tener ni arte ni parte- que por sus exitosas travesías e intervenciones en el auxilio de otros. Como le ocurrirá a partir de ahora al carguero Baltic Breeze, implicado a causa del rumbo erróneo del pesquero Mar de Marín en la colisión que acabó con el hundimiento de éste en la boca sur de la ría en el que fallecieron cinco tripulantes. Esta tragedia marítima, la segunda de las tres acaecidas este año, tuvo lugar el 1 de abril. Todavía no acabó el mes, uno de los tripulantes fallecidos sigue sin aparecer, y el mercante regresa a Vigo.

El Baltic Breeze arribó a la ría en los primeros minutos del pasado Viernes Santo ejecutando -paradojas de la vida que también concurren en la del mar- la misma travesía y maniobra que pretendía completar en aquella malograda madrugada de abril. Según los registros de las conversaciones entre su capitán y la torre de control de tráfico marítimo, apenas media hora antes de que el Mar de Marín invadiese su carril, el carguero singapurense (164 metros de eslora) informó de su intención de echar el ancla en Cíes. El inesperado choque con el pesquero (de 27 metros) no se lo permitió, al contrario que anteayer.

Con similar velocidad -11,8 nudos (21 km/h)- y trayectoria que emprendió el 1 de abril, el Baltic regresó a aguas viguesas con milimétrico respeto a los canales de separación de tráfico, un dispositivo reflejado en todas las cartas náuticas impresas y electrónicas comercializadas en el mundo, avalado, hace más de una década, por la Dirección General de la Marina Mercante después de un sinfín de consultas con distintas autoridades expertas, entre ellas, Capitanía Marítima.

Navegar sobre el pecio

A la altura de Baiona, el mercante se introdujo en el carril de entrada con rumbo 70º. Pasó muy cerca de donde se hundió el Mar de Marín tras perforar con su bulbo el costado de estribor del arrastrero. Dejando a su popa los bajos de As Serralleiras y próximo a Monteferro, el Baltic ejecutó el desvío del canal que lo dirigiría hacia Vigo. En cambio, pasados unos minutos -sin ningún pesquero saliendo de la ría, aunque sí próximos a él- aminora la marcha, comienza a desviar su proa hacia el norte, luego al oeste y, finalmente, fondea frente al archipiélago del Parque Nacional.

Probablemente la tripulación respiró aliviada el pasado Viernes Santo cuando fijaron su barco al abrigo de la isla viguesa. Nada que ver con aquel triste amanecer en el que permanecieron allí retenidos en el fondeadero por orden de Capitanía Marítima, presenciando a lo lejos la desesperada búsqueda de los náufragos. De hecho su capitán todavía está imputado por el siniestro, como así lo confirmó el juzgado de Instrucción Número 7 de Vigo el 7 de abril, tras escuchar su declaración y la de los dos oficiales que la acompañaban en el puente el día de autos. Ese día zarpó de Bouzas, y aquí será donde atracará de nuevo, entre hoy y mañana, para cargar coches.