Pasaban unos minutos de la una de la tarde cuando a la vivienda de José Martínez Calo, en el humilde barrio de San Pedro de Marín, llegaban las primeras informaciones que le daban un vuelco al corazón de su esposa Sonia. El barco en el que estaba enrolado su marido como contramaestre, el "Mar Nosso", había naufragado frente a la costa asturiana. A partir de ahí, y hasta pasadas las cinco de la tarde, esta familia de Marín vivió "las horas más angustiosas y terribles de nuestras vidas", según explicó ayer el hermano de este veterano marinero, Carlos Martínez Calo. Afortunadamente para ellos, a esa hora recibieron la comunicación por parte de la casa armadora de que José estaba entre los supervivientes y que además se encontraba "en buen estado de salud".

Fueron horas de tensión y sobre todo angustia esperando una llamada de teléfono. Horas en las que la mujer y el hijo de 16 años de José Martínez estuvieron arropados en su domicilio por la familia más cercana, temiendo que cada visitante que llegaba a la vivienda (y que fueron muchos en cuanto el accidente saltó a los medios de comunicación) fuera portador de la peor de las noticias. Nervios que aumentaban a medida que otros familiares de Marín, también sacudidos por la catástrofe, iban conociendo que sus seres queridos se encontraban entre los que habían salvado su vida. Sin embargo, no llegaban nuevas a este domicilio de San Pedro.

En la parroquia de Seixo, también se vivía con angustia el hundimiento del "Mar Nosso". Allí reside el patrón de pesca del buque, Jesús Álvaro González, rescatado y evacuado a un centro hospitalario de Asturias. A las puertas de su domicilio, su hijo, Walter González, explicaba que su padre les pudo llamar casi de inmediato por teléfono desde el hospital, un hecho que había logrado mitigar rápidamente la angustia inicial: "Se le notaba muy afectado por lo sucedido", explicaba su hijo.

Lo mismo ocurrió con Rafael Meijide Rodríguez, natural del barrio de Mogor pero que se mudó recientemente a Vigo, en donde reside en la actualidad. Meijide también fue de los tripulantes que pudo llamar casi de inmediato a sus familiares para decirles que se encontraba bien, "que no se preocupasen".

Sin embargo, esta llamada tardaba en llegar al domicilio familiar de Martínez Calo en San Pedro. Pegados a la radio y al televisor, escuchaban las primeras noticias del naufragio que en ese momento hablaban de dos muertos y tres desaparecidos. Sobre las cinco de la tarde, Sonia recibía la anhelada llamada. Era uno de los hijos del armador, que le informaba de que su marido estaba bien, "que se encontraba en un hospital y le estaban haciendo pruebas" y que en cuanto le fuera posible se pondría en contacto con ella. "Para nosotros esto es una alegría enorme", decía su hermano Carlos a las puertas del domicilio, "sentimos una pena muy grande por los desaparecidos y por los fallecidos, pero para nosotros saber que él está bien es maravilloso, han sido unas horas de angustia muy grandes", añadía. "Ahora estamos ya bastante más tranquilos y esperando a que pueda volver cuanto antes a casa", dijo.

Toda la vida en el mar

Conocido en Marín como ""Sesé", este contramaestre de 53 años "lleva toda la vida en el mar, desde que tenía tan solo quince", dice su cuñado, y no es la primera vez que se ve en un percance de este tipo ya que "hace muchos años ya se salvó de otro naufragio, en otro barco, a la entrada de la ría de Marín". También su mujer, todavía nerviosa, recuerda que José Martínez Calo ya pasó por un episodio similar hace años. "Ahora le queda muy poco para jubilarse, no sé si le dejaré volver al mar otra vez", explicaba ayer.