Portugal se volvió a ver ayer sacudida por la tragedia. El mar volvió a cobrarse vidas lusas en aguas españolas con el naufragio del Mar Nosso. El pesquero, con armador gallego pero bandera portuguesa, se fue al fondo del mar en la mañana de ayer con siete tripulantes del norte del país entre sus filas, de los que tan solo pudieron salvar la vida dos de ellos: Sebastiao Ferreira Maciel (trasladado a Jove, en Asturias) y Bernardino Augusto Bicho (que fue llevado a Burela). Los otros cinco -Antonio Abel Cascão Silva, Amérigo Suárez Regufe, Manuel Silva Carinha, José Estévez Faría y Francisco Silva Santos- pertenecen al grupo de fallecidos y desaparecidos que ayer Salvamento Marítimo se afanaba por encontrar 20 millas al norte de Navia.

Sin embargo, los siete marineros tenían algo en común, su lugar de origen, puesto que todos ellos pertenecían a dos municipios del Distrito de Oporto. Vila do Conde, una ciudad que cuenta con cerca de 25.700 habitantes era el lugar de origen de seis de ellos. Concretamente, pertenecen a la zona de Caxinas, situada al norte de la ciudad, en la que abundan los marineros y que tradicionalmente conocida por ser una zona de grande importancia marítima en Portugal. Precisamente esta zona delimita con el otro municipio del que es otro de los portugueses, Póvoa de Varzim, otra subregión de Oporto que cuenta con más de 60.000 habitantes.

Para ayudar a todos los familiares de las víctimas, la Associação Pró-Maior Segurança dos Homens do Mar (APSHM) que preside José Festas, situada en Póvoa de Varzim, se encargó ayer de concentrarlos a todos en su sede. Allí, rodeados de una nube de periodistas que intentaban saber cómo estaban en esos momentos tan difíciles, la asociación se preocupó de que estuvieran atendidos en todo momento y se mantuvo en contacto con las administraciones e instituciones españolas con el objetivo de mantenerles informados en todo momento sobre el paradero de sus familiares, tanto de los supervivientes como de los fallecidos y desaparecidos.

El hermetismo fue total a lo largo de toda la tarde desde que los familiares llegaron a la asociación. Los medios, agolpados fuera se encontraron con la noticia de que no habría ningún tipo de declaraciones, aunque sí se pudo saber que el patrón de costa, Francisco Silva Santos, era un hombre con mucha experiencia, sobre todo en las mismas aguas en las que el navío naufragó, según recogió ayer el periódicos luso Jornal de Noticias.

La comunidad eminentemente pesquera arropó a unos familiares doloridos que viven con angustia la búsqueda de los dos desaparecidos.

Inmensa tristeza

Los familiares de las víctimas no eran ayer los únicos que vivieron con tristeza el suceso que volvió a sacudir al sector pesquero en Portugal. Ayer por la tarde, la embarcación Aster amarró en Marín con varios compatriotas de los siete lusos del Mar Nosso.

Uno de los marineros, entrevistado por la Televisión de Galicia, afirmó ayer que se sintió muy triste al conocer la noticia mientras mostraba ante la cámara todo su dolor. "Estuvimos con ellos en Avilés el día anterior, eran nuestros colegas", explicaba el tripulante del arrastrero que también procedía del mismo caladero que el buque siniestrado.

De hecho, según indicó otro de los marineros, el Mar Nosso solía atracar a su lado en el muelle marinense y recordó que "en poco tiempo murieron varios compañeros", en referencia a los sucesos del Santa Ana y del Mar de Marín, en Vigo.

"Estábamos con ellos y estaban contentos porque iban pasar la Pascua. Y acabaron en el mar, es muy triste", sentenciaba el marinero luso.

La tripulación del Aster no confiaba ayer en que sus compatriotas sean encontrados con vida.