"Se dedica a la pesca desde siempre, es un hombre de familia y no hay palabras posibles para definir este momento", manifestaba Víctor, un sobrino de Manuel Tajes que trataba de arropar a su familia, como hicieron todos los vecinos y otros muchos familiares.

Y el sobrino de este conocido marinero muradano no es el único que opina de este modo. "Puede decirse que es uno de los pescadores de cerco más experimentados, pero ya se sabe que el mar no atiende a razones y no distingue entre buenos y malos; Manolo era un hombre bueno y un ejemplo para muchos, pero ahora está desaparecido", comentaba a media tarde un viejo amigo en el bar que se sitúa cerca de su casa y solían frecuentar juntos. Los llantos, las muestras de cariño, los lamentos y la desesperación mientras no llegaban noticias concretas del fatal desenlace se repetían en la vivienda de Manuel María Tajes Lestón. Sus hijos, un varón de 15 años y una mujer, de 20, no querían hablar con nadie. En su casa esperaban hermanos, tíos, sobrinos y otros familiares que ansiaban tener noticias por parte de la esposa, que había partido en coche hacia Avilés a primera hora de la mañana.