Tres kilómetros a pie pueden hacerse muy largos si hay que cargar con una azada, un rastrillo, el caldero y un saco con más de tres kilos de almeja... De ahí que en Cambados “inventasen” hace algún tiempo un sistema para aligerar la tarea en el banco marisquero de O Sarrido, uno de los más extensos de la ría.

Éste consiste en unos carritos “artesanales” hechos con neumáticos de bicicleta o de carritos de bebés, radios de plástico y una estructura de acero inoxidable para transportar los capazos con el marisco y los aparejos de trabajo. “Al principio los radios también eran de acero inoxidable, pero la salitre del mar los estropeaba pronto, así que se cambiaron por los de plástico”, explica la presidenta de la agrupación de mariscadoras de Cambados, Isabel Pérez.

Los carritos los hacen herreros, y a las mujeres les parecen tan prácticos que incluso los llevan cuando faenan en Fefiñáns, que es un banco mucho más pequeño que el de O Sarrido. “Son estupendos, y te evitan ir cargada”, añade Isabel Pérez. Pero no siempre los sacan. Cuando la zona de trabajo está cerca y el tope de capturas no es muy elevado, lo normal es que lleven uno solo cada dos o tres mujeres. Los demás quedan “aparcados” en el punto de control. Ayer, por ejemplo, se los veía estacionados al lado de bicicletas y ciclomotores, fuera del lugar donde las mariscadoras pesan y “peneiran” la almeja, así como también apilados unos contra los otros, como carritos de supermercado.

En otras agrupaciones de a pie, cuando faenan en lugares apartados de tierra, utilizan otros sistemas, como acercar el marisco a tierra en artefactos flotantes, o con las tradicionales carretas. La desventaja de éstas, con respecto a los “carritos” de Cambados, es que son más pesadas y la rueda delantera es más gruesa, por lo que es más difícil arrastrarlas cuando la arena está muy húmeda y blanda.

Sea como fuere, los artilugios también exigen un mínimo mantenimiento para evitar la corrosión de la sal. “Por lo general se llevan después para casa para darles un manguerazo de agua dulce”, cuenta Isabel Pérez.

Mortandad normal

Durante esta semana, las mujeres volvieron al trabajo a O Sarrido después de los temporales de Navidad y Reyes. Estaban preocupadas por la posibilidad de que el exceso de agua dulce del río Umia -que desemboca en las proximidades de O Sarrido- hubiese causado una gran mortandad de almeja. Pero finalmente no ha sido así, según los técnicos de la cofradía. Isabel Pérez sostiene que “se ha detectado la mortandad normal de otros inviernos”.