Ni a Guinea Bissau, ni a Mauritania ni a Marruecos. Cada protocolo pesquero que firma (o deroga) Bruselas con un país extracomunitario es un portazo seco, un vendaval que empuja al dique seco a más de una decena de barcos gallegos. Encadenados a puerto, los cabos son grilletes y la pintura se convierte en óxido harta de no navegar. Se cumple un año desde la expulsión de 21 barcos gallegos del caladero mauritano después de que la comisaria de Pesca, Maria Damanaki, negociara un protocolo que limita a cero las cuotas de pulpo. Pero, en los últimos doce meses, otros 11 barcos gallegos tuvieron que abandonar el caladero de Guinea Bissau y el nuevo pacto con Marruecos no da opción a que cinco arrastreros gallegos se aprovechen del mismo porque tienen vetadas las capturas de pulpo y marisco. En total, de acuerdo con los datos del sector, una docena de buques están abocados al desguace o a cambiar de bandera, los que no lo han hecho ya.

En 2012, nada más consumarse la expulsión de los barcos cefalopoderos de Mauritania (abandonaron el caladero el 31 de julio), tres barcos se desguazaron. Otras tres embarcaciones que trabajaban en las mismas aguas han recibido la aprobación de la administración (andaluza, gallega o estatal) para su desmantelamiento, y otro de los buques se vendió a una empresa de Irán. El armador de Marín Manuel Nores, el más afectado por los términos del acuerdo con el país magrebí, explicó a FARO que ha solicitado ayudas para desguazar dos buques construidos en el año 1990: el Puerto de Cádiz y el Estela.

Ambos son embarcaciones gemelas, de 39,7 metros de eslora, y fabricadas en Astilleros de Santander. "Es una ruina total, absoluta. Además de los barcos que ya tienen el permiso yo me voy a deshacer de estos dos. ¿Qué voy a hacer?", se lamenta el presidente del Grupo Nores. "La pesca está eliminada, Marín está arruinado. Hemos luchado tanto para que no quede nada". De la compañía de Manuel Nores dependen más de 310 marineros que, por más sea una obviedad, dice, "tienen que comer ellos y sus familias". Si en algún momento se confió en la posibilidad de volver a faenar en Marruecos, ésta se disipó rápidamente. "Para nosotros no hay nada, son cinco licencias pero no se van a coger", expone Nores. "Nos obligan a tirar el pulpo y el marisco (el llamado by catch) y a faenar en una zona superior a los 200 metros cuando nadie pesca fuera de esa zona", arremete otro armador.

En Anacef también son rotundos. "Te obligan a descargar el 30% de cada marea en Marruecos. ¿Tiene sentido capturar 100 toneladas, descargar 30 allí y tener que buscar otro puerto para descargar el resto?", se preguntan desde la asociación de buques cefalopoderos. Para la comisaria, no obstante, el acuerdo "asegura un futuro sostenible", y eso lo hace bueno.

Sin subsidios

Este miércoles, 31 de julio, se agotan las ayudas que el Gobierno había aprobado (y prorrogado) para la tripulación y los armadores de los barcos cefalopoderos expulsados de Mauritania. En Anacef cifran el número de marineros gallegos que se quedarán sin ningún ingreso en unos 200, la mayor parte de O Morrazo, a lo que "hay que añadir todos los puestos indirectos" de las empresas proveedoras o de reparación, asentadas sobre todo en Marín.