La flota pesquera de Vigo y Marín que opera en Gran Sol ha reducido de forma muy significativa en los últimos años las descargas de una de sus especies de mayor interés, como es el rapante o gallo. En concreto, se ha pasado de desembarcar en las lonjas de Vigo y Marín 6.672 toneladas de gallo en el año 2004 a la cifra de 3.720 en el pasado ejercicio de 2012, lo que representa casi la mitad, según datos publicados en la última revista mensual de la propia Cooperativa de Armadores de Vigo (Arvi), Pesca Internacional.

Esta sensible reducción de las descargas tiene su explicación en las medidas de "autorregulación" aprobadas por la propia flota viguesa agrupada en la OPPF-4 (Organización de Pesca Fresca del Puerto de Vigo) para no descargar ejemplares de gallo de tamano legal pero pequeño con el doble objetivo de evitar caídas de precios por exceso de oferta de producto, es decir, para valorizar el producto en el mercado, además de comprometerse con una pesca "responsable y sostenible".

En concreto, la autorregulación aplicada al gallo impide la descarga de ejemplares de talla inferior a los 25 centímetros -el mínimo legal son 20 centímetros- lo que implica retirar del canal de comercialización el pescado que no alcance ese tamaño. Estas autolimitaciones las aplican los 70 buques de Gran Sol de Vigo y Marín, además de los que operan con pabellón de otros países comunitarios como Irlanda, Reino Unido o Francia pero realizan sus descargas en los puertos de Vigo y Marín, lo que eleva la cifra final de implicados en estas medidas a un centennar de pesqueros, que también se han fijado como tope el de 2.500 kilos de gallo por buque y marea. Hay que recordar que el gallo es la especie mayoritaria en las descargas del puerto de Vigo, al representar casi el 40% de las descargas.

Además, del rapante, la flota gransolera de Vigo y Marín también tiene en vigor medidas de autorregulación para el rape, otra de las especies de mayor valor comercial para la flota viguesa de Gran Sol, junto con el rapante y la merluza.Para el rape, el tamaño mínimo establecido es de 30 centímetros. Y la decisión de no descargar el que esté por denajo de esa talla se ha traducido en una rebaja de los desembarcos en los últimos 7 años de 3.352 toneladas, según la revista de Arvi.

Tradicionalmente, el pescado que se retiraba del mercado por no alcanzar la talla legal o, posteriormente, la establecida por la propia flota, se destinaba en su mayor parte a la fabricación de harinas. Sin embargo, el volumen de pescado destinado a esta industria cayó drásticamente desde que, en 2010 y en coincidencia con las mayores dificultades sociales derivadas de la crisis económicas, los armadores vigueses decidieron destinar a siete comedores sociales de la ciudad buena parte del pescado que no comercializa. Y así, el mes pasado se alcanzó ya la cifra de 50 toneladas de pescado donado a este fin, en su mayoría rapante, que sumó casi 37 toneladas, frente a 13 de rape y 120 kilos de merluza.

Además de las medidas de autolimitación de tamaños de rape y gallo, la flota viguesa también acometió en los últimos años un plan voluntario de reducción de esfuerzo de pesca en los caladeros comunitarios y, así, los días de pesca se redujeron un 21% entre los años 2008 y 2012, según la publicación de Arvi.